Actualmente, las empresas se enfrentan a un entorno cada vez más competitivo y más complejo. Para enfrentar con éxito los desafíos que plantea el mercado, el recurso más valioso es su capital humano, entendido como el conjunto de conocimientos, habilidades, experiencia, competencias y talento que poseen los colaboradores. Porque lo cierto es que el valor de una organización no se basa solo en sus activos físicos, sino también —y sobre todo— en las capacidades y el potencial de su plantel. Son las personas las que, a través de su formación, desarrollo, compromiso e iniciativa, impulsan el crecimiento y el éxito a largo plazo de una compañía.
La idea de que las personas son el mayor activo de una empresa es bastante reciente y representa un cambio radical con respecto a los conceptos de valor y ventaja competitiva que se tenía hace solo unas décadas. Desde comienzos del siglo XX y hasta principios de 1980, entre el 70 % y el 90 % del valor de una empresa estaba asociado a los activos tangibles, tales como propiedades y equipos. En el año 2000 esto cambió; el valor de los activos intangibles se elevó al 65 % y las personas pasaron de ser meros engranajes a convertirse en el motor que impulsa el éxito empresarial.
De hecho, la expresión “recursos humanos” —utilizada durante mucho tiempo para referirse al conjunto de colaboradores que trabajan en una empresa y, por extensión, al área encargada de gestionar el personal— ha caído en desuso por entender que revela una cosificación de las personas, reduciéndolas a simples activos materiales que se utilizan para lograr los objetivos de la compañía. En cambio, se ha propuesto utilizar términos como “gestión de talento” o “capital humano” para destacar la importancia de reconocer y valorar a los empleados como individuos con habilidades, talentos y contribuciones únicas.
Hasta mediados y fines de la década de 1990, la contratación era un proceso en el que los candidatos tenían que presentarse personalmente en la empresa que ofrecía el trabajo. A principios de los 2000 llegó un gran avance con el surgimiento de las plataformas digitales y las redes sociales orientadas al uso empresarial, los negocios y el empleo. Estas herramientas eran capaces de publicar descripciones completas de puestos de trabajo y transmitirlas a miles de posibles empleados a través de Internet. Una de las más antiguas y exitosas es LinkedIn.
Entre 2010 y 2015, la inteligencia artificial (IA) desembarcó en el área de la gestión de talentos. Estos nuevos instrumentos pueden realizar tareas y tomar decisiones que normalmente requieren inteligencia humana. Algunas de sus ventajas potenciales incluyen la capacidad de identificar, atraer, seleccionar, evaluar y entrevistar a posibles candidatos, junto con la posibilidad de coordinar entrevistas de manera más efectiva.
¿Por qué es tan importante la IA? Porque se trata fundamentalmente de un problema de mucha data. La IA tiene la capacidad para procesar grandes volúmenes de información y tomar decisiones a velocidades que exceden con creces la capacidad humana. Además, con la programación y la carga de datos adecuadas, muchas de estas herramientas y sistemas de reclutamiento pueden superar los sesgos cognitivos más comunes que perjudican la confiabilidad y la validez del juicio humano en el proceso de contratación.
La selección de personal es un campo en el que las herramientas basadas en IA pueden ser muy útiles: simplifican la búsqueda de candidatos, examinan y gestionan solicitudes e identifican perfiles que cumplen con los criterios de selección para un puesto determinado. Están principalmente orientadas a empresas que deben procesar grandes volúmenes de solicitudes.
En términos generales, hay cuatro etapas distintas en el proceso de contratación, aunque los límites entre ellas no son rígidos. Los sistemas impulsados por IA pueden ayudar en cada fase:
Como hemos visto, las tecnologías impulsadas por IA en la contratación proporcionan una ventaja competitiva, permitiendo una búsqueda de candidatos más eficiente, toma de decisiones informadas y una comunicación más fluida con los postulantes. Sin embargo, a pesar del entusiasmo que pueden despertar estas herramientas, no hay que olvidar que se trata de proyectos tecnológicos y que es necesario comprender sus complejidades para aprovechar todo su potencial. Y que, como cualquier tecnología nueva, sobre todo al comienzo, es capaz de generar resultados tanto positivos como negativos. He aquí algunas de sus principales capacidades:
En este nuevo escenario, se comprende que contar con los mejores colaboradores ocupe el centro de las preocupaciones de cualquier organización. Como consecuencia, la contratación de personal ha pasado de ser una actividad importante a convertirse en una preocupación estratégica para las empresas. La IA puede socavar algunas dificultades que se venían presentando y ser una aliada a la hora de buscar empleados.