La construcción en adobe es una técnica antigua y tradicional que se ha utilizado en muchas partes del mundo durante siglos. El adobe es un material hecho de una mezcla de arcilla, arena, agua y a menudo otros materiales orgánicos como paja o estiércol. La mezcla se moldea en bloques, que se secan al sol antes de ser utilizados en la edificación de paredes, pisos y techos.
Una de las ventajas del adobe es que es un material renovable y sostenible, ya que se compone principalmente de materiales naturales y no requiere energía intensiva para su producción. Además, las estructuras de adobe suelen tener una buena resistencia térmica, lo que las hace adecuadas para climas cálidos y secos.
Sin embargo, la construcción en adobe también tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, las estructuras de este material pueden ser vulnerables a la humedad, la erosión y los daños causados por terremotos y otros desastres naturales. También puede requerir mantenimiento periódico para protegerlo de la lluvia y la humedad.
Es importante destacar que la construcción en adobe debe realizarse de manera responsable y siguiendo las normas y reglamentos de edificación pertinentes. Además, se deben utilizar técnicas adecuadas y probadas para garantizar la seguridad y la durabilidad de las estructuras de adobe.
La construcción en adobe es una técnica tradicional en Argentina que ha sido utilizada durante siglos en diversas regiones del país. El adobe se ha utilizado para construir viviendas, edificios públicos, iglesias y otros tipos de estructuras. En algunas regiones, como en la provincia de Salta, la construcción en adobe sigue siendo común hasta el día de hoy.
En Argentina, el adobe se produce a partir de una mezcla de arcilla, arena, agua y otros materiales naturales, como paja o estiércol. La mezcla se moldea en bloques, que se dejan secar al sol antes de ser utilizados en la construcción. Existen organizaciones y grupos que promueven la construcción en adobe como una forma sostenible y ecológica de construir. También existen arquitectos y constructores que se especializan en la construcción en adobe y pueden proporcionar orientación y asesoramiento sobre cómo construir estructuras seguras y duraderas.
La construcción en adobe tiene varias ventajas, entre las que se incluyen:
Sostenibilidad: el adobe es un material renovable y sostenible que se compone principalmente de materiales naturales como arcilla, arena, agua y paja. No requiere mucha energía para producirlo y es fácilmente disponible en muchas partes del mundo.
Aislamiento térmico: las paredes de adobe tienen una buena capacidad de aislamiento térmico, lo que significa que mantienen la temperatura interior de una estructura agradable y constante, lo que a su vez puede ayudar a reducir los costos de calefacción y refrigeración.
Acústica: las paredes de adobe también tienen una buena capacidad de aislamiento acústico, lo que significa que pueden ayudar a reducir el ruido exterior y proporcionar un ambiente interior más tranquilo.
Belleza estética: el adobe tiene un aspecto natural y rústico que puede añadir un carácter y encanto únicos a una estructura.
Bajo costo: el adobe es un material relativamente económico, lo que puede hacer que la construcción sea una opción asequible para muchas personas.
Durabilidad: cuando se construye adecuadamente y se mantiene, las estructuras de adobe pueden durar muchos años, incluso siglos.
Lo curioso de esta ciudad es que es uno de los ejemplos más tempranos y perfectos de una planificación urbana rigurosa basada en la construcción vertical. En este enclave fue donde empezaron a levantarse los primeros edificios que alcanzaban los 30 metros de altura en pleno siglo XV. Su aspecto actual nos recuerda a una ciudad de rascacielos, razón por la cual Shibam es conocida como “el Manhattan del desierto”.
Shibam fue construida sobre los cimientos de la capital preislámica de Shabwah después de su destrucción en el año 300 d. C. Sin embargo, la ciudad fue reconstruida en gran parte después de 1532 cuando una devastadora inundación destrozó toda la región, paralizando los cimientos de las torres antiguas. Está compuesta por una pared-anillo fortificada, protegiendo a los más de 500 edificios de adobe y poniendo una línea divisoria entre desierto y urbe, hecho por el cual la ciudad ha sobrevivido casi 2000 años a pesar de su precaria posición adyacente a la llanura de inundación “Uadi”.
Históricamente, esta ciudad fue una parada importante en la ruta comercial de especias e incienso, y surgió como un faro de riqueza en la meseta sur de Arabia. La metrópoli comenzó como un enclave para familias rivales que buscaban el prestigio, el poder político y la protección de los ladrones beduinos. La noción de viviendas apiladas se convirtió rápidamente en el modus operandi de la arquitectura, y así comenzó la construcción de cientos de edificios de ladrillos de barro. La solución de las torres- vivienda, elimina las vulnerabilidades de los ataques al estar contiguas, mientras que exhiben simultáneamente la riqueza de los residentes. Los materiales utilizados para la edificación de todos sus edificios son el adobe y los troncos de palmera, formando construcciones de entre cuatro y ocho plantas.
Cada torre es una vivienda donde los habitantes disfrutan de una casa de, al menos, cuatro plantas. Cada nivel se entiende para tener una función distinta. A pesar de que han pasado más de cinco siglos desde su construcción, sus habitantes procuran conservar la estructura funcional de la vivienda antigua. La planta baja, antes destinada para hacer desempeño de cuadra, ahora ha evolucionado para acoger, en su mayoría, funciones de puestos comerciales. En el primer piso se encuentra el salón o diván, entendido en la cultura musulmana como la estancia usada generalmente por los varones. En el segundo nivel encontramos la sala de reunión familiar, donde socializan hombres y mujeres. En el tercer nivel hallamos el espacio reservado para las mujeres, que en este caso se trata de la cocina. Y por último, la azotea, que sería el lugar donde se reciben las visitas más cercanas y donde, antiguamente, se reunían las familias a escuchar música, poesía, etc.
La construcción de Shibam no cesa; es un proceso continuo ya que los edificios requieren un mantenimiento regular con capas frescas de barro. Shibam es históricamente venerada por sus ingeniosos métodos de planificación urbana, sobre todo en la arquitectura que armoniza con una población profundamente dedicada a la cultura musulmana tradicional. Por este motivo, la UNESCO le otorgó en 1982 el privilegio de ser “Ciudad Patrimonio de la Humanidad”.
Hoy en día, los prejuicios en relación a la construcción con tierra son mucho menores y podemos observar viviendas materializadas con esta técnica en distintos contextos sociales, dando respuestas económicas, estructurales, energéticas/ambientales, espaciales y estéticas para el confort del ser humano.
En febrero de 2014 Bahía Blanca aprobó la ordenanza que permite la construcción de viviendas con materiales naturales y tierra cruda, y se convirtió en el primer centro urbano de importancia en todo el país en contar con una normativa de esas características.
“Causan un menor daño a la naturaleza, son saludables, aíslan mejor el frío y el calor exterior, se gasta menos energía al utilizar los servicios básicos, pueden estar cerradas unos 20 años, que nunca van a acumular olor a humedad y cuestan la mitad que construir con ladrillos tradicionales. Todo eso sin mencionar que si usted la cuida, duran unos 800 años”, aseguró el impulsor de la iniciativa, el bioconstructor Jorge Bastías Opazo.
La idea de que la ciudad cuente con un marco legal que permita este tipo de construcciones se gestó en 2009, cuando Bastías Opazo descubrió un video llamado “El barro, las manos, la casa” del especialista en el tema Jorge Belanko. A partir de allí se hicieron diferentes gestiones para el dictado de un taller, que finalmente se concretó en noviembre de 2010, y posteriormente se presentó el mencionado proyecto de ordenanza, en febrero de 2011. Tres años más tarde, fue aprobada.
El crecimiento de la bioconstrucción se asienta en una base no solo ecológica, sino también económica. Actualmente, lo que se vive como un revival del barro puede ser una solución para la crisis de vivienda que le impide a muchas personas tener una casa propia y, no por menos importante, en un ambiente saludable. Según el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el déficit habitacional afecta a un tercio de la población argentina. Sumado a que los precios de los materiales convencionales para la construcción están atados a la inflación y los vaivenes económicos, muchas veces el resultado final son casillas o construcciones precarias con muchos riesgos para la salud. Por este motivo, el boom y los avances de la bioconstrucción que se vienen dando pueden reemplazar los costosos materiales convencionales por elementos naturales, que, de paso, ayudan a descontaminar el ambiente.
El horizonte de la bioconstrucción se extiende cada vez más como una alternativa para combatir un mercado de la construcción sumamente costoso y una huella de carbono que día a día se hace más grande en la atmósfera. ¿Qué es lo que se necesita para que todos puedan optar por una vivienda bioconstruida? Fundamentalmente, la expansión del marco normativo a nivel nacional y de los conocimientos de manera formal, para que haya más profesionales especializados. Y con el tiempo, la revolución del barro llegará para quedarse.