Junio 2025

Construcciones a partir de módulos prefabricados

La edificación con este tipo de elementos avanza como una opción eficiente, sostenible y capaz de responder a la escasez de mano de obra y a los nuevos tiempos del mercado inmobiliario. Su impacto ya se empieza a notar en la planificación urbana, la inversión y la forma de pensar la vivienda.

Durante décadas, construir una vivienda significó un proceso largo que estuvo sujeto a imprevistos climáticos, costos variables y mano de obra intensiva. Sin embargo, de a poco el sector empieza a cambiar hacia un enfoque más ágil, preciso y predecible: la edificación mediante módulos prefabricados. Lejos de ser una moda pasajera, esta forma de construir empieza a consolidarse como una respuesta moderna a los desafíos actuales de la industria.

¿Qué propone la arquitectura de modelos prefabricados?

La esencia de este modelo está en trasladar gran parte del proceso constructivo a un entorno industrial. Allí se ensamblan los módulos, estructuras tridimensionales que pueden incluir instalaciones, terminaciones e incluso mobiliario, para luego ser transportados al lugar definitivo. En el terreno, sólo se requiere el montaje y las conexiones básicas.

Este sistema permite levantar desde viviendas unifamiliares hasta edificios de varios pisos, oficinas, centros educativos e instalaciones sanitarias. Su aplicación es tan versátil como lo son sus beneficios.

Uno de los aspectos más destacados es el tiempo de ejecución. Lo que antes demoraba más de un año ahora puede resolverse en apenas unos meses. Esto no solo mejora la experiencia del cliente, sino que también optimiza la planificación de proyectos y reduce la exposición a riesgos climáticos o demoras logísticas.

Además, los costos son más controlables. Al tratarse de un proceso industrial, las desviaciones presupuestarias son mínimas. El sistema también genera menos residuos y permite una mayor trazabilidad de cada etapa. El impacto ambiental, por tanto, se reduce notablemente. En simples palabras es una manera más inteligente y limpia de hacerlo.

La respuesta a una necesidad urgente

La escasez de mano de obra calificada es uno de los grandes retos que enfrenta el sector. Por ejemplo en España, muchas empresas tienen dificultades para cubrir vacantes y esto retrasa la ejecución de obras. En cambio, en las fábricas donde se elaboran los módulos, las condiciones de trabajo son más estables, seguras y atractivas para nuevos perfiles.

Este contexto favorece la incorporación de mujeres, históricamente relegadas en el ámbito de la construcción. Hoy por hoy, representan apenas el 10 % del total de trabajadores del sector. Con la industrialización del proceso, este porcentaje tiene espacio para crecer, dando lugar a equipos más diversos y mejor preparados.

El modelo modular también representa una oportunidad de negocio interesante. La reducción

de los plazos de entrega baja los costos operativos y al mismo tiempo permite acelerar el retorno de la inversión. Este tipo de proyectos pueden alcanzar una rentabilidad cuatro o cinco veces mayor que lo que representan las obras tradicionales.

Un atractivo financiero de este calibre es el que está impulsando un aumento sostenido de empresas especializadas en el rubro. Se estima que, en los próximos años, el número de compañías que ofrecen viviendas prefabricadas en el país podría triplicarse.

Una solución flexible para necesidades puntuales

Más allá de la vivienda permanente, la arquitectura modular también permite resolver situaciones específicas. Por ejemplo, es habitual su uso en zonas afectadas por catástrofes, donde es necesario levantar hospitales o refugios en pocos días. También es útil en grandes eventos, como bien pueden ser ferias o eventos internacionales deportivos o musicales, donde se requieren estructuras temporales que luego pueden desmontarse.

En estos casos, los módulos funcionan como piezas debido a que se ensamblan, se utilizan, y luego se trasladan a otro destino. Sin embargo, este tipo de uso plantea desafíos porque no todos los entornos están preparados para recibir estructuras prefabricadas sin un estudio previo del lugar, la normativa y las condiciones del terreno en el que se aplicarán.

Uno de los prejuicios que aún persiste es que lo prefabricado es sinónimo de poca calidad o corta vida útil, lo cual está alejado de la realidad tal como marcan los especialistas en la materia. Al fabricarse en un ambiente controlado, con maquinaria especializada y estrictos estándares, estas estructuras suelen tener una terminación más precisa que las tradicionales.

Aun así, no todo son ventajas. En el caso de los edificios reubicables, el desmontaje puede dañar las estructuras y elevar los costos. Por eso, cada proyecto debe evaluarse en detalle para no perder eficiencia ni calidad en el traslado y reinstalación.

La transformación está en marcha

La construcción modular no busca reemplazar al modelo tradicional, pero sí introducir una lógica distinta. Una que valora el tiempo, cuida los recursos y se adapta mejor a los desafíos de hoy. Aunque aún representa una pequeña parte del mercado, su crecimiento es constante y sostenido.

A medida que crece el conocimiento sobre sus beneficios, también lo hace la aceptación social. Lo que antes se asociaba únicamente a soluciones de emergencia hoy empieza a verse como una opción válida, cómoda y eficiente que es cada vez más empleada en la industria. El desafío estará en seguir educando al público, derribar mitos y mostrar que construir de otra manera, además de posible, puede ser mucho mejor.


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