Agosto 2025

La Piedra del Sol: El tiempo azteca tallado entre dioses

Existen pocas obras tan maravillosas, puras, propias y tan poco conocidas como la denominada Piedra del sol azteca, un nombre con tanta fuerza como simbolismo.
Acostumbrados quizá a colocar en un altar elevado ciertas obras clásicas greco-romanas, no siempre se tiene una dimensión justa de trabajos realizados en nuestro continente, antes de que los europeos pisaran lo que creyeron eran las Indias, y se dedicaran a su conquista y dominación.

En la América prehispánica, pueblos como los aztecas y los incas alcanzaron un desarrollo extraordinario en el arte y la arquitectura, con templos y pirámides que no tenían nada que envidiar a los del —desde entonces llamado— Viejo Mundo.

El universo propio

En el corazón del México antiguo, entre emperadores y rituales dedicados a los dioses, una obra de piedra se alzó como máximo símbolo del universo azteca: la Piedra del sol, también conocida como el Calendario Azteca, aunque se sabe hoy que no cumplía esa función.

Maravilla artística si las hay, la piedra fue descubierta a fines de 1790, durante los trabajos de nivelación en el Zócalo de la Ciudad de México, frente a la Catedral Metropolitana. Su hallazgo abrió decenas de interrogantes: ¿era un calendario?, ¿un altar?, ¿una representación cósmica? Hasta hoy se analiza su significado.

La piedra es de basalto, tiene un diámetro de 3,58 metros, pesa 25 toneladas y fue tallada hacia 1502, durante el mandato del mítico emperador Moctezuma II. Hoy, es uno de los íconos del arte que puede verse en el Museo Nacional de Antropología de México.

Los especialistas han establecido que a pesar de ser considerada un calendario, es mucho más que eso. Su tallado reúne símbolos del calendario, del mito de los cinco soles y elementos astronómicos y rituales.

El centro de la piedra lo ocupa el rostro de Tonatiuh, el dios solar, con una lengua en forma de cuchillo de obsidiana (vidrio volcánico), símbolo de sacrificio. Alrededor de él se representan los cuatro soles que, según la mitología, fueron destruidos por jaguares, vientos, lluvias de fuego e inundaciones.

El disco también representa los 20 signos del Tonalpohualli, el calendario ritual de 260 días, y círculos concéntricos que aluden a los puntos cardinales y la lucha entre el orden y el caos.

De acuerdo a estudios realizados, La Piedra original estuvo pintada con vivos colores, decorada con pigmentos naturales. Basándose en restos microscópicos y en analogías con otras esculturas mexicas, los investigadores proponen que los aztecas usaban el rojo, asociado con la sangre, el sol y la guerra; el amarillo, vinculado al maíz y al sol; el azul turquesa, relacionado con el cielo; el negro, símbolo del inframundo y deidades nocturnas; y, finalmente, el blanco, ligado a la pureza, la muerte o los huesos.

La intemperie, el tiempo y el entierro contribuyeron a la pérdida del color.

Desde su hallazgo, la Piedra del sol ha inspirado a artistas, historiadores y movimientos culturales. Su imagen aparece en monedas, libros, murales y hasta en uniformes.

Es una prueba de la sofisticación de las culturas originarias, una obra que marca que el tiempo no solo se mide en minutos, sino también en mitos, piedras y memoria.

El mito de los Cinco Soles: cuando los aztecas contaron la historia del mundo

Antes de que los europeos llegaran a América, los pueblos originarios tenían sus propias versiones sobre cómo había comenzado el mundo. Los aztecas construyeron su mito de los Cinco Soles, una visión cíclica del tiempo marcada por la creación y la destrucción sucesiva de la humanidad.

Cada era o “sol” estuvo dominada por una deidad distinta y terminó en catástrofe. A través de este relato, los mexicas explicaban el pasado y también la fragilidad del presente.

El primer sol fue regido por Tezcatlipoca y era un mundo poblado por gigantes que desobedecieron a los dioses y, como castigo, el sol fue destruido y la humanidad devorada por jaguares.

En el segundo, el dios Quetzalcóatl tomó el mando pero un huracán arrasó la tierra y transformó a los hombres en monos. Todo volvió a empezar.

El tercer sol, bajo el gobierno de Tláloc, terminó con una lluvia de fuego que redujo el mundo a cenizas. Los hombres se convirtieron en aves para escapar de las llamas.

Durante el cuarto sol, reinó Chalchiuhtlicue, diosa del agua. Su mundo fue destruido por un diluvio y los humanos sobrevivieron como peces.

El mundo actual, el quinto sol, está sostenido por Tonatiuh y tendrá un dramático final, destruido por terremotos. Para evitar ese destino, los hombres deberían alimentar al sol con sangre y corazones humanos.

El mito de los Cinco Soles es una narración mítica, acaso no menos fantástica que las de otras religiones. Es también es una advertencia de los pueblos de Mesoamérica: todo lo que existe puede desaparecer para volver a empezar.

La piedra y el art decó

A un siglo de la irrupción del art decó en el mundo, es interesante destacar la clara influencia que el arte azteca tuvo en este estilo desarrollado en las décadas del 20 y del 30.

Las formas geométricas, los motivos simbólicos y el aura monumental del arte prehispánico inspiraron a arquitectos, diseñadores y artistas que buscaron generar un lenguaje visual moderno, pero también arraigado en lo antiguo y lo exótico.

El arte azteca se caracteriza por su fuerza formal, simetría, figuras geométricas marcadas y estilización de figuras humanas, animales y divinas. Estas cualidades fueron ideales para el espíritu del art déco, que privilegiaba lo decorativo, lo simétrico y lo estructurado.

Sus bajos relieves, los zigurats, los frisos escalonados y las figuras abstractas de dioses o animales mitológicos fueron reinterpretados en edificios, mobiliario, joyería y tipografía.

Teatros, estaciones de tren y edificios públicos incorporaron motivos aztecas y mayas en fachadas, vitrales y ornamentos. El edificio Chrysler de Nueva York, sin ser directamente azteca, con su forma escalonada, relieves y uso del metal, refleja una estética compartida con los templos mesoamericanos.

En México, artistas como Diego Rivera, Juan O’Gorman o Miguel Covarrubias usaron motivos aztecas en murales, arquitectura y diseño gráfico.

Este cruce dio lugar a lo que algunos llamaron “art déco prehispánico” o decó indigenista, donde la estética moderna se mezclaba con raíces ancestrales.

La influencia azteca no fue solo visual. Muchos encontraron en este arte una conexión con la naturaleza y el tiempo, que encajaba con la búsqueda moderna de nuevos símbolos.

Otras esculturas

Además de la Piedra del sol, otras esculturas dan cuenta del arte azteca: Coyolxauhqui, Coatlicue y Xochipilli, son piezas fundamentales desde lo artístico, simbólico y religioso.

Coyolxauhqui significa “adornada con cascabeles”. Fue hallada en 1978 al pie del Templo Mayor de Tenochtitlán, durante trabajos que condujeron al descubrimiento del gran centro ceremonial. Es de basalto y tiene 3,25 metros de diámetro. Representa a Coyolxauhqui, diosa lunar, en el momento de su desmembramiento, uno de los mitos de ese pueblo. Se la muestra con los brazos, piernas y cabeza separados del cuerpo, pero aún adornada con su tocado de plumas, orejeras y sandalias.

Otra piedra es Coatlicue, que significa “la de la falda de serpientes”. Fue encontrada en 1790 cerca del Zócalo capitalino, durante las obras que sacaron a la luz la Piedra del sol.

Es también de basalto, tiene 2,52 metros de altura y de dos toneladas. Representa a Coatlicue con un cuerpo humanoide, cubierto por una falda de serpientes entrelazadas, un collar de manos, corazones y cráneos humanos, y dos serpientes enfrentadas que emergen de su cuello, representando su cabeza decapitada y la sangre que brota transformada en vida.

Finalmente, se ve a Xochipilli, el príncipe de las flores y el éxtasis, dios de la música, la danza, la poesía, el arte, el amor y el placer ritual. De basalto y un metro de altura, lo muestra a Xochipilli sentado en posición meditativa, cubierto de símbolos florales y vegetales, como cacao, tabaco y hongos.

En manos ajenas

Si bien todas las obras mencionadas están en museos de México, varias piezas de esa cultura se encuentran en el Museo Británico.

Entre las piezas más destacadas se pueden mencionar la conocida serpiente de doble cabeza, mosaico de turquesa sobre madera que representa una serpiente bicéfala, asociada al dios Quetzalcóatl.

La escultura de 20,5 por 43,3 cm es una serpiente ondulante con cabezas a cada lado. Un solo bloque de madera de cedro forma la base de la escultura. El cuerpo se bañó en oro y se decoraron ambas cabezas con un mosaico de piedra turquesa y ostra roja.

Las piedras turquesas se rompieron en pequeñas teselas planas y se adhirieron a la madera con resina de pino. Unas 2000 piezas planas de piedra dan la impresión de una superficie curvilínea y facetada. La turquesa se cortó y pulió con herramientas de piedra.

Un mural

El mural en la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), conocido como “Representación histórica de la cultura” recurre a decenas de símbolos aztecas. Fue creado por Juan O’Gorman entre 1951 y 1953, y cubre las cuatro caras de la biblioteca con mosaicos de piedras de colores.

El mural representa la historia y la cultura de México, la época de la conquista, la Revolución Mexicana y la modernidad. Ocupa 4000 m2. Además de su valor estético, tiene un profundo significado cultural y simbólico, mostrando la identidad nacional de México.

Varias copias

En el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles de México se ubica una réplica de la Piedra del sol. Fue creada por la artista Edysa Ponzanelli. Mide 4,50 metros de diámetro y está construida en bronce a la cera perdida, empotrada en una fuente con aguas danzantes.

“La piedra rinde homenaje a la cosmovisión azteca respecto al tiempo, que regía el orden social y económico. Una concepción ideada con base en sus conocimientos astrológicos, que combina el legado del espacio y tiempo”, se indica.

También hay réplicas de la piedra en distintos museos y plazas de Estados Unidos, atento además que las nuevas herramientas tecnológicas facilitan mucho su ejecución con una exactitud de detalle impresionante.


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