Bahía Blanca ofrece una gran variedad de estatuas, un patrimonio que comenzó a forjarse en mayo de 1910, con la inauguración del monumento a José de San Martín en el parque de Mayo.
Uno de los artistas que ha dejado uno de los más numerosos legados fue José Vasco Vian, destacado escultor y pintor que llegó a Bahía Blanca en 1927, contratado para realizar el monumento con que la colectividad italiana buscaba adherir al centenario fundacional de la ciudad. Fue el inicio de una relación personal y laboral que se extendería por diez años.
Vian tenía 32 años cuando se radicó en Bahía Blanca. Había llegado el año anterior a nuestro país, escapando de la preocupante realidad política de Italia.
Nacido el 1 de abril de 1895 en Mogliano Véneto, provincia de Treviso, hijo y nieto de artistas, no sorprendió que siguiera estudios como escultor en la Real Academia de Bellas Artes de Venecia. En su pueblo natal realizó sus primeras obras, entre ellas el Monumento a los Caídos en la Primera Guerra Mundial, inaugurado en junio de 1926 por su Alteza Real, el duque de Aesta.
La obra tiene un escudo de armas en el frente, un león alado a la izquierda, un símbolo de la Primera Guerra Mundial en la parte posterior y una loba capitolina a la derecha. En las esquinas se puede ver un relieve en forma de columna y en lo alto estatuas representando a un soldado de infantería y a la diosa de la victoria con una corona de laurel.
Repitió obras relacionadas con el mismo tema en Campocroce, Preganziol y Croce di Musile. Luego realizó una tarea que incluye ángeles de mármol en iglesias de la región, lápidas escultóricas, trabajos decorativos en fachadas y decenas de trabajos para particulares.
Esa prolífica etapa de la vida del artista terminó en 1925. Luego de contraer matrimonio con María Bellono, en abril de ese año, emprendió viaje a la Argentina.
Vian se instaló en Tres Arroyos, donde realizó sus primeros trabajos, entre ellos varios bustos de vecinos destacados, además de ángeles y bajo relieves en la catedral.
Fue el ingeniero Francisco Marseillán el responsable de acercarlo a nuestra ciudad, contratado para realizar la estatua a Giussepe Garibaldi, que los italianos obsequiarían a la ciudad en ocasión de celebrar ésta sus primeros 100 años, el 11 de abril de 1928.
En noviembre de 1927 el público pudo acercarse a la barraca Cantarelli, en calle Brandsen (camino al cementerio, al lado del arroyo Napostá), para ver el modelo terminado en arcilla, antes de encargar su ejecución en bronce. Fue en esa ocasión que el diario La Nueva Provincia publicó la foto del escultor junto a la obra, una de las pocas imágenes que se conocen del artista.
El monumento se emplazó en una de las plazoletas del teatro Municipal, la cual en 1932 fue bautizada con el nombre del prócer italiano.
El segundo trabajo importante de Vian se relaciona con edificios proyectados por el ingeniero Adalberto Pagano. El primero fue realizar un conjunto de esculturas para el frente del palacio que el diario La Nueva Provincia construía en Sarmiento 64.
Dos pares de atlantes y la estatua de la diosa Minerva que corona el edificio conforman su aporte. Aunque los atlantes originales debieron ser retirados a principios de los 60 por estar en riesgo su estabilidad y fueron repuestos en 1998 con una réplica realizada por el escultor Hugo Pisani.
Pagano también le encargó una serie de ornamentos para la fachada del teatro Rossini de Mitre 225, sala que formaba parte de la sede social de la Sociedad Italia Unita de Mitre y Rodríguez (actual casa de la Confederación General del Trabajo).
Otra institución que lo contrató fue la Asociación Bernardino Rivadavia, para la cual realizó el rostro de la diosa Minerva que ocupa la parte superior de la fachada del edificio que la institución construyó entre 1926 y 1930 en avenida Colón 31.
La entidad también le encargó la ejecución del busto de Luis Caronti, emplazado en la plaza Rivadavia, sobre calle Alsina, frente al palacio Municipal, en octubre de 1928.
Caronti, destacado vecino, fue uno de los fundadores de la biblioteca, era militar y el segundo intendente de la ciudad. Curiosamente en la obra aparece vestido con una toga, al mejor estilo de un senador romano.
Vian dejó Bahía Blanca en 1936 para buscar mejores horizontes en la Capital Federal. Así, su obra se extendió por todo el país.
No es simple armar el listado completo de sus trabajos, porque no los ha dejado Vian documentados, además que muchas de sus obras no tienen su firma y su autoría se ha perdido en el tiempo. A eso se suma que se desempeñó durante 30 años como Modelador de la División de Ingeniería del Ministerio de Guerra local, puesto en el cual realizó decenas de monumentos.
Basta mencionar un puñado para graficar ese alcance. Realizó la estatua a Juan Sosa Toledo —la madre de Juan Domingo Perón— en Comodoro Rivadavia y los bustos de Julio Argentino Roca y Martín Miguel de Güemes en el Liceo Militar de esa misma ciudad patagónica. Una particularidad de estas obras es que en su firma, el escultor, prescindió de la “V” intermedia de “Vasco” y la reemplazó por la “E” de Esteban, un nombre que no era habitual que utilizara.
También son de su autoría las estatuas del General José de San Martín ubicadas en las localidades de Carhué, Pigüé y Merlo (Buenos Aires), donde se ve al Libertador de pie, alejado de las más tradicionales poses ecuestres.
Realizó un grupo de ángeles en Carmen de Patagones, una estatua al granadero en Quilmes, otra a Santa Juana de Arco en Temperley, el monumento del general Manuel Belgrano en Resistencia, Chaco y un busto de Eduardo Casey en Venado Tuerto.
Hay también obras de Vian en varios países del mundo, mencionando como singular el monumento a San Martín existente en la ciudad de El Cairo, en Egipto.
José Vasco Vian, nacido Giussepe Estevo Vasco Vian y nacionalizado argentino en 1938, murió el 19 de junio de 1979, a sus 84 años de edad.
Como a muchos artistas, le toca el gratificante privilegio de sobrevivir en su obra.n
El 4 de julio de 1926, el Duque de Aosta, de visita en Mogliano Véneto, asistió a la solemne inauguración del Monumento a los Caídos. El monumento es obra del escultor moglianés Giuseppe Vasco Vian. Las cifras hablan por sí solas: durante la Primera Guerra Mundial, Mogliano entregó a la Patria a 260 de sus hijos, la mayoría de los cuales cayeron entre 1917 y 1918. Todos ellos son recordados en una gran placa en el Salón de Plenos del Ayuntamiento y en los monumentos de Mogliano, Zerman y Campocroce.