El concepto Passivhaus (o Casa Pasiva) nace en Alemania a finales de la década de 1980, cuando el Dr. Wolfgang Feist y Bo Adamson desarrollaron un modelo de construcción capaz de reducir drásticamente la demanda de energía para calefacción y refrigeración. A diferencia de las construcciones tradicionales, una casa pasiva se basa en principios como el aislamiento térmico, la hermeticidad y la ventilación controlada.
El resultado es un edificio que mantiene una temperatura confortable a lo largo de todo el año con un consumo energético hasta un 90 % menor que una construcción convencional. Esto no solo representa un ahorro en costos de energía, sino también una reducción significativa en la huella de carbono.
El estándar Passivhaus se basa en cinco principios clave que permiten lograr una alta eficiencia energética sin comprometer el confort de los ocupantes. Estos principios son los que definen a este sistema como uno de los más rigurosos en términos de sostenibilidad y ahorro energético.
El primer edificio construido bajo el concepto Passivhaus fue la Kranichstein Passive House, un bloque de viviendas ubicado en Darmstadt, Alemania, en 1991. Diseñado por Wolfgang Feist, este proyecto piloto demostró que era posible mantener el confort térmico con un consumo energético casi nulo, gracias a un diseño eficiente que elimina la necesidad de sistemas de calefacción convencionales. Treinta años después, sigue funcionando de manera eficiente y ha servido como modelo para miles de construcciones en todo el mundo.
Darmstadt también es la sede del Passivhaus-Institut, fundado en 1996. Este instituto es un organismo de investigación independiente encargado de promover la construcción según los estándares de Passivhaus y certificar las edificaciones que los cumplen.
La Torre Bolueta en Bilbao, diseñada por VArquitectos, es el edificio más alto del mundo con esta certificación, alcanzando los 88 metros. Es el primer edificio de un conjunto de dos torres residenciales y su fachada se caracteriza por un diseño inspirado en el carbón y el acero, que evoca el pasado industrial de la ría del Nervión. Con un enfoque en la eficiencia energética, emplea soluciones constructivas para eliminar puentes térmicos y maximizar el aislamiento.
Las fachadas están revestidas con paneles de composite de aluminio, que constan de dos láminas de aluminio y una capa intermedia de termoplástico con carga mineral. Este material no solo ofrece excelente aislamiento térmico y acústico, sino que también es ligero, fácil de instalar y resistente al fuego.
La Dianita es la primera casa unifamiliar certificada por el estándar Passivhaus en Argentina y una de las primeras en América Latina. Ubicada en Mar del Plata, esta vivienda de 400 m2 se destaca por su alta eficiencia energética.
La casa fue diseñada por el arquitecto Paolo Massacesi, quien la nombró La Dianita en honor a su madre. Gracias a una cuidadosa planificación, el diseño minimiza la necesidad de calefacción y maximiza el uso eficiente de la energía, convirtiéndola en un ejemplo pionero en Argentina. Aunque las casas pasivas son más complejas de construir que las tradicionales, Massacesi prevé que este tipo de construcciones sustentables se difundirán rápidamente en el futuro, especialmente ante las crecientes preocupaciones medioambientales.
Construir bajo los lineamientos Passivhaus implica una inversión inicial mayor, pero los beneficios a largo plazo la hacen altamente rentable:
A medida que la crisis climática se profundiza y las regulaciones de eficiencia energética se vuelven más estrictas, es probable que el modelo Passivhaus deje de ser una opción alternativa para convertirse en un estándar obligatorio en muchas partes del mundo. En Europa, países como Alemania y Austria ya han implementado incentivos para construcciones pasivas, mientras que en América Latina la tendencia sigue creciendo, con proyectos innovadores en Argentina, Chile y Uruguay.
Adoptar el estándar Passivhaus no es solo una decisión económica inteligente, sino también un compromiso con el futuro del planeta.