Se trata de los alemanes Mies van de Rohe (1886-1969) y Walter Gropius (1883-1969) y del suizo-francés Le Corbusier (1887-1965). Los tres establecieron un antes y un después en la arquitectura del siglo XX con una propuesta completamente novedosa, emparentada con la época de la máquina, una expresión de su tiempo. A través del uso de nuevos materiales y generando, por adhesión o rechazo, otra manera de hacer y pensar la arquitectura.
Sus legados siguen siendo trascendentes: sus obras se estudian en las universidades del mundo, el lenguaje que establecieron continua vigente y sus postulados siguen influyendo en los debates sobre arquitectura y urbanismo.
Esta nota se centra en conocer los dos extremos de sus trayectorias: la primera y la última obra de cada uno. Y, al final, el proyecto más emblemático de cada uno.
Charles-Édouard Jeanneret nació en 1887. Su seudónimo artístico, Le Corbusier, se convirtió en sinónimo de la arquitectura moderna, aunque nunca obtuvo un título formal en la disciplina. Fue un autodidacta que aprendió a través de la práctica y la experimentación.
Su primera obra, realizada con apenas 18 años, fue la Villa Fallet, construida en 1905 en La Chaux-de-Fonds, Suiza. Su diseño estaba lejos de los cubos blancos que definirían su estilo posterior. Ubicada en una colina boscosa, la vivienda se distingue por su techo sobresaliente y su arraigo en la tradición de los chalets suizos, con maderas talladas y tejados inclinados. La ornamentación en madera y los patrones decorativos reflejan su interés por la artesanía, mientras que la distribución interna revela su temprana preocupación por la racionalización del espacio.
El proyecto en que Le Corbusier trabajó los últimos meses de su vida tampoco da cuenta de su estilo más característico. Se trata del hoy llamado “Centro Le Corbusier”, en Zurich, construido para albergar y exponer sus proyectos de arquitectura, pinturas, esculturas y fotografías.
La obra se aparta del racionalismo puro y se acerca a una propuesta libre y plástica. Utiliza el acero y la prefabricación para cerrar una planta libre, con una cubierta apoyada en cuatro puntos con dos sombrillas de acero, una hacia arriba y la otra hacia abajo. Como cierre del edificio se utilizaron paneles metálicos esmaltados en colores primarios.
La obra está definida de acuerdo las proporciones de El Modulor, resuelta con libertad escultórica y tecnológica. Una visión distinta, acaso futurista, que dominó los últimos trabajos de Le Corbusier y que dejó este juego sabio, correcto y magnífico de un volumen bajo la luz.
En 1902, a los 20 años de edad, Ludwig Mies van der Rohe obtuvo su primer trabajo, recomendado por un compañero del estudio Bruno Paul. Alois Riehl y su esposa Sophie querían una casa de fin de semana en Neubabelsberg, Potsdam, Alemania, y se decidieron por contratarlo.
La vivienda respondía al estilo predominante de la época: una arquitectura residencial sencilla, con referencias tradicionales. Al igual que Le Corbusier, Mies debutó con un chalet. Lo abordó pensando en una “arquitectura para los espacios al aire libre”, organizando el terreno en dos niveles: una parte superior con jardines simétricos y una inferior con un paisaje más naturalizado.
Construida en ladrillo y techos inclinados de tejas, tiene elementos decorativos discretos y bien proporcionados. Los espacios privados y públicos estaban claramente diferenciados y se articulaban a través de un hall central que organizaba las habitaciones de forma jerárquica.
Si bien su diseño ya mostraba cierta claridad estructural, estaba lejos de las cajas de vidrio y acero que definirían su legado arquitectónico.
El último edificio de Mies van der Rohe da cuenta de manera contundente del estilo que desarrolló en su madurez: el “menos es más” que representa sus cajas de vidrio y acero.
Se trata de la Neue National galerie (Nueva Galería Nacional) de Berlín, inaugurada en 1968 y considerada una de sus obras maestras. Ícono del modernismo, el edificio encarna a la perfección la estética miesiana con su diseño minimalista y geométrico, líneas limpias y una estructura de acero sin elementos ornamentales.
La sala principal es un gran espacio diáfano sin columnas, sostenido por ocho pilares de acero ubicados en los bordes. Toda la planta baja está rodeada de vidrio, creando una sensación de ligereza y conexión con el exterior. La mayor parte del museo se encuentra bajo tierra, en un espacio más íntimo y protegido.
Mies fue fiel a su visión arquitectónica hasta el final de su vida, manteniendo siempre su compromiso con la claridad estructural y la pureza formal.
Walter Gropius empezó su carrera con una obra maestra, que rompió con la tradición y abrió paso a una nueva manera de diseñar. Sin pasar por estilos historicistas ni construcciones convencionales, su primer gran trabajo fue la Fábrica de zapatos Fagus, realizada en 1911 en Alfeld, Alemania.
Inspirado en la estética industrial, Gropius hizo un uso innovador del vidrio y el acero, combinados con el ladrillo, logrando uno de los primeros edificios con muro cortina de vidrio. Se alejó así del historicismo, con un proyecto basado en la función, anticipando los principios del Movimiento Moderno. La estructura de acero está parcialmente expuesta y se muestra una esquina acristalada sin soportes visibles. Muchas de estas ideas serán la base del edificio de la Escuela Bauhaus que Gropius fundó en 1919, cuya sede en Dessau es una de las máximas expresiones del racionalismo.
La última obra en la que trabajó Gropius fue el edificio destinado a albergar el Archivo de la Bauhaus, que finalmente se materializó años después de su fallecimiento.
En 1919 Gropius fundó en Weimar la Das Staatliches Bauhaus, la célebre escuela de arte que marcó el rumbo de las vanguardias y el Movimiento Moderno hasta su cierre en 1933. A lo largo de su historia, la Bauhaus tuvo tres directores: Walter Gropius, Hannes Meyer y Ludwig Mies van der Rohe.
El Archivo de la Bauhaus está destinado al estudio científico de esa escuela. Desde 1960 se buscaba construir un edificio para albergar su documentación histórica. Consultado Gropius, aceptó diseñarlo. El proyecto fue desarrollado con Wils Ebert, Alexander Cvijanovic, Louis McMillen, entre 1964 y 1968. Su ubicación inicial era en Mathildenhöhe y la propuesta consistía es una estructura escalonada en dos alas paralelas a diferentes alturas. Incluía lucernarios con una cubierta distintiva y una gran rampa de acceso.
En 1970, el proyecto se trasladó a Berlín, donde un exempleado de Gropius, Alex Cvijanovic, reprogramó el proyecto que finalmente se construyó entre 1976 y 1979. Cvijanovic respetó la esencia del diseño original: volúmenes diferenciados, cubiertas dentadas y una separación funcional entre el área de exposiciones permanentes y las salas para muestras temporales.
Si bien resulta difícil definir la trayectoria de estos arquitectos a través de una única obra, cada uno dejó un edificio que representa con mayor fuerza su pensamiento. Es el caso de la Villa Savoye (1928) en Poissy, Francia, de Le Corbusier; la Casa Farnsworth (1948) en Illinois, Estados Unidos, de Mies van der Rohe; y la sede de la Bauhaus (1925) en Dessau, Alemania, de Walter Gropius.
Tres íconos de la arquitectura moderna, un tridente de obras fundamentales creadas por arquitectos que iniciaron su camino siendo muy jóvenes y evolucionaron hasta transformar para siempre el rumbo de la arquitectura.