Abril 2025

Bahía Blanca bajo el agua: la peor Catástrofe natural de su historia

Eran las cuatro y diez de la madrugada del viernes 7 de marzo de 2025 cuando comenzó a llover en Bahía Blanca. Una lluvia anunciada por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que había emitido una alerta amarilla, la cual pasó a naranja poco después de iniciarse la precipitación. Esto significaba que un posible fenómeno meteorológico “con capacidad de daño y riesgo de interrupción de las actividades cotidianas” se pasara a que fuese “peligroso para la sociedad, la vida, los bienes y el medio ambiente”.

Este tipo de alerta no siempre se verifica, porque la meteorología no es una ciencia exacta. Está basada en ecuaciones no lineales con soluciones aproximadas. El tiempo atmosférico es caótico y presenta "sensibilidad a las condiciones iniciales", con lo cual cualquier pequeño cambio en las mismas vuelve al sistema impredecible. Ese día, la alerta fue acertada, aunque era imposible que previera lo que finalmente sucedió.

El SMN calificó lo ocurrido en Bahía Blanca como “un fenómeno excepcional”. Nunca en su historia llovió tanto en tan poco tiempo. La estación meteorológica de Comandante Espora registró 209,5 mm entre las cuatro y diez y las nueve de la mañana. Luego, siguió lloviendo de manera paulatina hasta acumular 289,5 mm a las cuatro de la tarde, en que la lluvia cesó. Para entonces, Bahía Blanca estaba inundada, con niveles de agua de hasta 1,50 metros, calles convertidas en ríos y viviendas invadidas por el agua y el barro.

La dinámica del fenómeno fue tan violenta que no dio tiempo a nada. En los barrios afectados, muchas personas se subían a las mesas o mesadas, observando impotentes cómo el agua ingresaba a sus viviendas. En General Daniel Cerri e Ingeniero White, ubicados en zonas bajas y con desagües pluviales complicados por circunstancias particulares, el agua alcanzó más de dos metros de altura. Las familias tuvieron que subir al techo de sus casas para no ser arrastradas por la corriente.

Para ese momento, ya no había electricidad, por lo que nadie podía comprender la magnitud de lo que estaba ocurriendo ni su gravedad. Las comunicaciones telefónicas colapsaron, sumando la imposibilidad de pedir ayuda. Bahía Blanca se encontraba en un caos, y, al clarear el día, la magnitud de la catástrofe comenzó a tomar forma. Los medios nacionales e internacionales fueron los primeros en reflejar la tragedia. Nunca antes la ciudad había sido protagonista de todos los programas de radio y TV.

Demasiada agua

Las condiciones climáticas que provocaron esta lluvia tan abundante se originaron luego del ingreso de un frente frío desde el sur que chocó con una masa de aire cálida e inestable y se estancó sobre la ciudad, provocando las condiciones ideales para ese fenómeno.

Fue tanta el agua acumulada en tan poco tiempo que todos los sistemas de evacuación colapsaron. Algunos especialistas aseguran que ninguna ciudad del mundo tiene capacidad de respuesta para una lluvia de semejante magnitud registrada en tan pocas horas.

A los desagües pluviales desbordados se sumó el desborde de los dos arroyos que cruzan el casco urbano: el Napostá y su aliviador, el Maldonado. Estos arroyos, que trabajaron a su máxima capacidad para llevar agua hacia el estuario, vieron superados su caudal de diseño y sus cursos comenzaron a ocupar las zonas aledañas, inundando paseos y calles.

El ferrocarril tampoco pudo

Es común escuchar que a los ingleses nunca se les inundaba una vía o un puente, porque tomaban como referencia para sus cálculos las máximas crecidas conocidas. Esa aseveración, al menos en nuestra zona, no es cierta. En 1883, mientras completaban el último tramo del riel a Bahía Blanca, una crecida del Napostá arrastró las vías recién colocadas y hasta se llevó las carpas de los obreros que trabajaban en la obra. Más famosa fue la inundación de 1899, que arruinó el viaje inaugural de la línea a Neuquén, cuando una crecida del Río Colorado dejó a los rieles bajo el agua y obligó a hacer el brindis inaugural en Chimpay.

La inundación del 7 de marzo no fue tampoco inocua para estas instalaciones: arrastró vías de dos tendidos: el que fuera de Bahía Blanca al Noroeste a la altura del canal Maldonado, donde los rieles quedaron en el aire y el tendido de Vía Lamadrid, a la altura del Parque de Mayo, con las vías removidas de su lugar.

Como consecuencia de estos daños la empresa FerroExpreso Pampeano, concesionaria de estas rutas con sus trenes de carga, debieron suspender todos sus servicios. El puerto de Bahía Blanca sintió el golpe: el 30 % del cereal que se carga en esa terminal llega a través de estos trenes.

Los detalles

El canal Maldonado fue diseñado en 1948 para conducir hasta 260 metros cúbicos por segundo (m3/s), mientras que el Napostá, cuando tenía su recorrido a cielo abierto, podía transportar hasta 40 m3/s. Al ser entubado 30 años después, entre las calles Casanova y Estados Unidos (aproximadamente 3000 de recorrido), esa capacidad se redujo.

La ciudad estaba entonces desbordada por el agua que no podía ingresar a los pluviales, por sus arroyos y, en general, por la lluvia.

En ese contexto ocurrió la tragedia. El primer auxilio llegó de la gente, que, en muchos casos, con acciones de altísimo heroísmo, se ocupó de ayudar a los más afectados, instrumentando métodos de rescate y salvando miles de vidas.

Con el correr de las horas, la ayuda de distintos organismos, como la municipalidad, bomberos y policías, se organizó. Aparecieron botes de goma, kayaks, sogas e improvisados guardavidas. Los primeros partes oficiales informaron de miles de evacuados y las primeras víctimas fatales (16 muertos y dos desaparecidos), mientras se ponía en marcha un esquema de trabajo aún sin un protocolo que agilizará las acciones.

Hubo que esperar 48 horas para que el agua se retirara y se pudieran iniciar las tareas de limpieza y evaluación de daños. En pocas horas, las veredas comenzaron a dar cuenta de los daños, con pilas y pilas de desechos, muebles arruinados, colchones, libros, televisores y juguetes dañados de manera irreversible por el agua. Comenzaba el día después.

Los daños

Las consecuencias de la inundación fueron muchas y variadas. Desde la infraestructura, la afectación más significativa fue la sufrida por el canal Maldonado, que perdió el 40 % de las losas de hormigón que conformaban su revestimiento de taludes. En el Parque de Mayo, el llamado derivador, donde el Napostá divide sus aguas en dos, fue destruido en su totalidad.

La fuerza del agua en el canal arrasó con los puentes vehiculares y peatonales. De los 14 pasos, apenas dejó dos en operatividad. El Napostá arrastró tres de los cuatro pasos peatonales ubicados entre el partidor y Casanova, llevándose también placas de hormigón y socavando las sendas peatonales que corrían a la vera del arroyo.

En materia edilicia, el hospital Dr. José Penna fue uno de los más afectados. El agua invadió el subsuelo, obligando al traslado del Servicio de Guardia y Emergencias, el Quirófano Central, la zona de Neonatología y Laboratorio, entre otros.

A continuación, un listado interminable de daños afectó a viviendas, clubes, entidades, paseos y plazas, calles e instalaciones de las prestadoras de aguas, cloacas y electricidad.

El intendente Federico Susbielles habló de 400 mil millones de pesos para reconstruir lo dañado, mientras que el gobernador Axel Kicillof dijo que ese dinero no era suficiente.

El Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos provincial puso en marcha el llamado Plan de Reconstrucción Integral de Bahía Blanca, con un primer aporte de 192 mil millones de pesos para intervenciones prioritarias a realizarse durante 2025. Entre ellas la reparación del Canal Maldonado, el partidor y la reconstrucción de los puentes. En una segunda etapa se realizará un estudio integral de la cuenca para definir la infraestructura necesaria para mitigar los impactos de este tipo de incidentes climáticos.

Una segunda línea de acción apunta a ejecutar la reparación del Hospital Penna, con una inversión de 22 mil millones de pesos, y el tercer eje será la creación de un fondo de reconstrucción de Infraestructura Urbana para la reparación de pavimento y accesos, equipamiento urbano, espacios públicos y veredas.

Las particularidades de lo ocurrido

Frentes de discusión se abrieron tras lo sucedido. Uno de ellos se centra en si podrían haberse realizado obras para una respuesta adecuada a semejante fenómeno, si había estudios previos que anticiparan lo ocurrido, o si hubo desidia, desinversión o ignorancia. Las respuestas son diversas, con opiniones encontradas, muchos estudios y también carencias.

En el caso del canal Maldonado y el arroyo Napostá, ambos fueron diseñados en 1948 para evacuar las crecidas del Napostá por las lluvias que ocurrían en la zona serrana, estimadas entre 70 y 100 milímetros, que son las que se registran cada diez años.

Sin embargo, esta vez no llovió en esa cuenca, sino en la ciudad misma. El agua no llegó con el Napostá, sino a través de calles, veredas y el cielo, acumulándose en una cantidad que, según el SMN, solo se registra cada cien años. El problema no fue tanto la cantidad de agua, sino que se dio en tan pocas hora.

El Ministerio de Obras Públicas bonaerense está analizando posibles obras para el futuro. Esto incluye revisar el sistema de pluviales, evaluar la capacidad del Napostá y el Maldonado y estudiar nuevas alternativas de evacuación. Por ahora, todo se limitará a la reparación de los daños causados.

También se retoma la discusión sobre la construcción de un embalse del Napostá, a la altura de puente Canessa. Esta posibilidad fue planteada por primera vez en 1904, pero no cumpliría función alguna para lluvias como las del 7 de marzo, es decir, en la cuenca baja del arroyo. Aunque algunos estudios lo sugieren, otros lo consideran inconveniente. Es necesaria una evaluación actualizada, seria y multidisciplinaria para definir si realmente es una alternativa viable.

Un tema llamativo fue la rotura de cerca de 900 placas del canal Maldonado. Se trata de piezas de hormigón simple de 5,60 m x 6,00 m y 0,22 m de espesor. Ingenieros estructurales consultados mencionan que fueron calculadas de manera similar a un pavimento de hormigón, es decir, sometidas a una fuerza uniforme que no genera esfuerzos de flexión, por lo que no llevan armaduras.

Lo que sucedió fue que el canal requiere un mantenimiento constante, como sellar las juntas entre placas para evitar la penetración de agua. Como esto no se hizo, el agua penetró durante años en el talud, debilitando el revestimiento, lo que causó que las losas se aflojaran y se arrastraran con facilidad por la corriente.

En cuanto al Napostá, su capacidad fue calculada en 1948, luego de trabajos de perfilado y dragado a cielo abierto. Sin embargo, entre 1970 y 1990 se entubó el arroyo y su capacidad de evacuación quedó comprometida. Este problema, más que el diseño original, fue lo que causó los mayores inconvenientes durante el fenómeno.

A pesar de todo esto, sabemos que el viernes 7 de marzo de 2025 quedará marcado como una fecha histórica en Bahía Blanca. Lo que parecía un fenómeno meteorológico común y corriente terminó convirtiéndose en el peor desastre natural que haya vivido la ciudad. La reconstrucción llevará años, pero el verdadero desafío estará en repensar el futuro de la ciudad y su infraestructura.

Ahora, ¿Es posible verificar ese caudal de ingreso? Si uno toma un conducto de 4,50 m x 2,50 m, surge el siguiente análisis:

Vale decir que aquellos 40 m3/seg estimados en 1976 pueden ser reales. Sin embargo, de acuerdo a consultas realizadas referidas a este cálculo por parte de la ingeniera Sandra Fernández y el Técnico Miguel Flores, docentes de la UNS del Departamento de Ingeniería y responsables del Laboratorio de hidráulica Pendiente del fondo, hay algunos datos utilizados que pueden no ser precisos ya que se estiman a partir de no tener referencias del proyecto original del entubado. Se utiliza, por caso, una pendiente habitual para desagües, la cual no es necesariamente la real. La ecuación de Chezymanning es muy sensible a ese valor y es necesario medirlo u obtenerlo de planos de obra. Este caudal calculado puede no ser real por falta de precisión de este valor.

Además, aunque no tan importante, el valor de rugosidad de 0.013 corresponde a hormigón nuevo y liso, sin interferencias. Debería ser necesario ajustarlo por la acumulación de basura, ramas, árboles que se mandan para adentro, caños, etc.

Por otro lado, el entubado tiene diferentes ensanchamientos en su recorrido, debido a que drena desagües pluviales de los distintos barrios que atraviesa. Por ende, la máxima capacidad del entubado será la del tramo más desfavorable, atendiendo que cada tramo tiene diferentes pendientes, condiciones de circulación, rugosidad.

Para un cálculo un poco más aproximado, sería invaluable contar con los planos de obra o proyecto de la totalidad de la obra.

Ingeniero White y Daniel Cerri, ubicadas a 20 kilómetros del centro de Bahía Blanca, fueron las que más sufrieron la inundación, ya que se encuentran en terrenos bajos, tienen el estuario que, en momentos de pleamar, impide la evacuación de la lluvia, y carecen, al menos en el caso de White, de un sistema de pluviales adecuado y en buenas condiciones.

Final

Lo ocurrido el 7 de marzo fue un acontecimiento excepcional, que, según los estudiosos, podría volver a ocurrir en cien años. Sin embargo, dejó en evidencia varias falencias estructurales de la ciudad y puso de manifiesto su vulnerabilidad.

Es crucial que cualquier propuesta de obras a futuro no se resuelva exclusivamente en La Plata. Es necesario que se respete y considere la visión de profesionales locales de disciplinas como la ingeniería, la arquitectura, la geografía, la economía, el paisajismo y otras áreas relacionadas con el planeamiento urbano, para que el proyecto final ofrezca una respuesta adecuada.


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