Desde la planificación urbana a gran escala hasta el diseño de interiores, el collage se revela como un instrumento de gran potencia para la conceptualización, la experimentación y la comunicación de ideas arquitectónicas. Esta técnica, tradicionalmente asociada al ámbito artístico, ha trascendido su origen para convertirse en un recurso muy expresivo dentro de la arquitectura, ya que permite explorar nuevas posibilidades formales y conceptuales, generando composiciones que van más allá de la mera representación de lo construido.
Si bien no se puede precisar cuál fue el primer collage arquitectónico, en este breve recorrido histórico que haremos a continuación podemos considerar el trabajo de Le Corbusier como un punto de partida fundamental.
Su formación de artista le permitió utilizar la representación visual como una herramienta fundamental para comunicar sus ideas. En proyectos como el Plan Voisin, esta capacidad se manifiesta al superponer su visión utópica sobre la realidad existente. El collage, en este sentido, era más que una técnica; era una forma de expresión que le permitía explorar las relaciones entre forma, espacio y función. Para este proyecto, Le Corbusier superpuso su manera de ver una ciudad moderna, con torres altas y espacios abiertos, sobre una fotografía aérea de París, creando un impacto visual que contrastaba radicalmente con la estructura histórica de la ciudad e invitaba al espectador a imaginar un futuro diferente.
Podemos encontrar también las raíces del collage arquitectónico en movimientos artísticos como el dadaísmo y el surrealismo. Artistas como Max Ernst y Hannah Höch exploraron las posibilidades del collage para subvertir las convenciones artísticas y crear nuevas realidades visuales. Su enfoque en la fragmentación y la recombinación de elementos influyó en arquitectos de la época, quienes comenzaron a utilizar el collage como una herramienta para desafiar las normas establecidas y explorar nuevas formas de concebir el espacio.
La década de 1960, en particular, marcó un hito, con grupos como Archigram y Superstudio revolucionando la forma de concebir y representar el espacio urbano. Sus collages, cargados de un fuerte componente utópico y crítico, desafiaron las convenciones establecidas y abrieron nuevas posibilidades para pensar la arquitectura.
Fundado en 1966 en Florencia, este grupo utilizaba collages para imaginar un futuro en el que la tecnología y la arquitectura se integraban de maneras utópicas y distópicas. Su serie “Monumento continuo” es un claro ejemplo de cómo el collage puede transmitir conceptos arquitectónicos radicales. Fue una propuesta de anti-arquitectura basada en la cuadrícula que lo abarca todo, una crítica al plan urbanístico de la época.
Un colectivo activo durante los 60 y 70, utilizaba collages para presentar sus visiones de ciudades móviles y estructuras inflables, desafiando las nociones tradicionales de permanencia y estabilidad en la arquitectura. Peter Cook, David Green y Mike Webb iniciaron este grupo de arquitectos insatisfechos con la arquitectura que se venía haciendo desde las premisas del movimiento moderno. Ellos se unieron y se dedicaron a reflexionar sobre las ciudades y la arquitectura desde una revista que lanzó su primer número en 1961. Un año después se amplía el número de colaboradores con Ron Herron, Dennis Crompton y Warren Chalk. La revista, cuyo nombre Archigram, era la suma de arquitectura y telegrama en inglés dio nombre al colectivo de trabajo. Con un interés por la evolución de los materiales o las posibilidades que otorgaba la tecnología, proponían superar los límites formales de la arquitectura.
Aldo Rossi, arquitecto italiano, incorporó el collage en su trabajo para explorar la memoria y la historia urbana. Sus composiciones combinaban elementos arquitectónicos con referencias culturales, creando un diálogo entre el pasado y el presente. Sus obras, como la “Città Analoga”(1976), nos muestran cómo el pasado puede inspirar el futuro.
El collage ha sido una herramienta fundamental para arquitectos como Hans Hollein, OMA, Lebbeus Woods, Zaha Hadid, Atelier Bow-Wow, Diller Scofidio + Renfro, Jean Nouvel, Charles Moore, Cedric Price y Archizoom, quienes lo han utilizado para explorar ideas complejas, comunicar visiones utópicas y experimentar con formas y materiales. Su trabajo ha demostrado que el collage es mucho más que una técnica de representación; es un lenguaje visual que permite generar narrativas y establecer diálogos entre pasado, presente y futuro.
En esta línea, destaca Fala Atelier, un estudio portugués que ha revitalizado el uso del collage en la arquitectura contemporánea. Sus composiciones, caracterizadas por colores vibrantes y una estética lúdica, combinan elementos gráficos y fotográficos para crear narrativas visuales que van más allá de la simple representación. Un claro ejemplo de cómo el collage puede ser utilizado para explorar la memoria, la historia y la imaginación se puede ver en la representación de uno de sus proyectos, “Un palazzo diminuto”, ya que tomaron como referencia la pintura “El sueño” de Henri Rousseau.
Ahora imaginá un lienzo en blanco donde podés reunir fragmentos de la realidad y recomponerlos a tu antojo. El collage te ofrece esa libertad creativa, permitiéndote construir mundos imaginarios y explorar ideas que van más allá de lo tangible. En el ámbito de la arquitectura, el collage se ha convertido en un lenguaje visual indispensable para comunicar visiones complejas y estimular la imaginación. Estudios como OMA han demostrado el poder del collage para explorar ideas complejas y comunicar proyectos a un público amplio. Su collage para el Parc de la Villette en París, por ejemplo, es una composición vibrante y dinámica que captura la interacción entre arquitectura, paisaje y actividad urbana, reflejando la visión de un parque como un espacio de intercambio y movimiento constante.
Además de ser una herramienta creativa, el collage ofrece numerosos beneficios para el proceso de diseño. Permite visualizar ideas abstractas de manera tangible, facilitando la comunicación con clientes y colaboradores. Estimula la imaginación y la generación de nuevas ideas, al permitir explorar múltiples posibilidades y combinaciones. Y, a diferencia de los renders fotorrealistas, el collage mantiene abiertas las posibilidades de diseño, evitando que el cliente se fije en una imagen definitiva y reduciendo el riesgo de desilusión si surgen cambios durante el proceso.
El collage, desde sus orígenes como una técnica de yuxtaposición de elementos heterogéneos, ha evolucionado hasta convertirse en un lenguaje visual fundamental para la arquitectura. Al permitir la exploración de ideas complejas, la comunicación de visiones utópicas y la experimentación con formas y materiales, el collage ha demostrado ser una herramienta invaluable para arquitectos y diseñadores de todo el mundo. En la era digital, las posibilidades del collage se han multiplicado, gracias al surgimiento de software especializado y a la creciente interconexión entre disciplinas. Sin embargo, es importante recordar que el valor del collage reside no solo en su capacidad para generar imágenes impactantes, sino también en su potencial para estimular el pensamiento crítico y la creatividad. Al integrar el collage en nuestros procesos de diseño, podemos enriquecer nuestra comprensión del espacio y abrir nuevas vías para la innovación arquitectónica, adaptándonos y respondiendo a las necesidades y desafíos del diseño.
En definitiva, el collage ha demostrado ser una herramienta invaluable para arquitectos y diseñadores, permitiéndoles explorar nuevas fronteras creativas y comunicar sus visiones de manera impactante. A medida que la tecnología avanza y las formas de representación se diversifican, el collage seguirá siendo una fuente de inspiración y un lenguaje visual en constante evolución.