La elección de los colores en oportunidad de pintar un ambiente no debería responder exclusivamente a una cuestión de gustos. Cada color, cada tono, cada intensidad tendrán influencia directa en el ánimo de los habitantes de la casa, generarán sensaciones, influirán en la sensación de confort de sus habitantes y definirán, de alguna manera, el carácter de ese espacio. Por eso es importante conocer de qué manera esos colores actúan sobre nuestro cuerpo y espíritu.
Los colores son rayos luminosos reflejados o difundidos por los cuerpos que inciden en la retina y que, mediante impulsos eléctricos, se transmiten del nervio óptico al cerebro. Por pertenecer al espectro lumínico y medirse de acuerdo a la longitud de onda, conforman una energía vibratoria que nos afecta y puede ser utilizada en nuestro beneficio.
Brillantes atractivos
Algunos colores y ciertas combinaciones de éstos dinamizan y crean tensión. Otras aplacan y son naturalmente relajantes. Ésto es así según sean cálidos o fríos, armonicen o contrasten y se reflejen en objetos o no. La luz, el color, las formas y el diseño hablan a la gente. Sus mensajes causan impacto en clientes y empresas. Todos respondemos a los colores de nuestro alrededor y por ello debemos tomar en consideración las actividades que se realicen para así potenciar la capacidad de concentración, el estado de ánimo y así favorecer la productividad.
Los colores pueden ser análogos o complementarios. Los primeros se ubican muy cerca unos de otros, en el círculo de color. Combinados, crean sensación de armonía. Los complementarios, por el contrario, se encuentran en el extremo opuesto en el círculo de color. Se trata, por ejemplo, del rojo y el verde, los cuales, combinados, crean un efecto de llamativo contraste.
Los denominados colores fríos —azules, verdes y grises—, nos recuerdan el mar, los minerales y el cielo. Tienden a ser apacibles y adecuados para espacios donde se realizan actividades con alto nivel de detalle, donde pueden ayudar a la concentración.
Los colores cálidos —amarillos, rojos y naranjas—, en cambio, son adecuados para estimular el pensamiento, las emociones y la acción. Resultan perfectos para áreas donde se realizan intercambios de ideas o para espacios comunes, ya que evitan el aburrimiento y estimulan la conversación.
Un camino marcado
Los colores definen un espacio. Sin una sola palabra puede decirle a la gente dónde se encuentra y hacia dónde debe ir. Los fuertes o contrastantes pueden atraer la atención hacia áreas determinadas, destacar detalles arquitectónicos o guiar a las personas a través de edificios y plantas.
Los que llaman la atención también reducen la cantidad de accidentes. No es casual que el amarillo, considerado el color más visible para el ojo humano, sea una excelente opción para determinadas aplicaciones, por caso las señales de tránsito.
En la actualidad, existe una gran variedad de colores en edificios, y ésto tiene una explicación: la gente reacciona ante la diversidad y la abundancia de tonalidades; por eso el consumidor de hoy, sofisticado, recibe el impacto de la televisión y la publicidad. El color agrega dramatismo, despierta la imaginación y refleja un estilo.
Los colores apropiados pueden convencer y persuadir, funcionando como una tarjeta de invitación que aliente a los clientes a ingresar al local y a comprar. En cambio, elegidos equivocados pueden disuadir, creando una impresión negativa que los aleje. En las propiedades en alquiler, por ejemplo, los colores alegres significan buenas perspectivas. Los matices frescos y nuevos motivan, lo que hace que se mantenga el precio del alquiler y la cantidad de inmuebles ocupados. Cuando están cuidadosamente combinados crean un aspecto llamativo que habla del estilo de vida y del barrio.
El color capta la atención e influye no sólo en el estado de ánimo sino también en el bienestar y la productividad de las personas. Puede propiciar el intercambio de ideas, alentar la conversación y sumarle energía y focalización a las tareas. En colegios, universidades e institutos de enseñanza, ha demostrado ser parte esencial del buen aprendizaje. Los interiores bien pensados tienen un gran impacto sobre el rendimiento, creando un ambiente sin distracciones y fomentando el estudio.
Cuando se lo combina con un diseño imaginativo, puede comunicar identidad, fortaleciendo una marca, logrando que los productos sean más vendibles y, como consecuencia, las empresas más creíbles.
Ideas sedantes
El confort es una palabra importante en nuestro vocabulario y una adecuada elección del color permite lograrlo al crear climas, conformar entornos amigables, aumentar la sensación de bienestar y tranquilidad y ubicarnos en una realidad más acogedora.
Desde los matices ambientalistas y su vigencia atemporal hasta los tonos conservacionistas, los colores pueden jugar, además, un papel importante en la atención de la salud. La información de luz y color se transmite desde el nervio óptico hasta las glándulas responsables de controlar los ritmos vitales que regulan la producción de melatonina y serotonina, hormonas que intervienen en el mecanismo del sueño y la vigilia.
En relación a las respuestas fisiopsicológicas, diversos estudios han demostrado, por caso, que el uso del color anaranjado opera como un refuerzo energético cuando el ritmo de vida es estresante, y que el blanco y el rosa disminuyen el estrés, haciendo que se liberen las tensiones y aparezca la calma.
Un color para cada estancia
El color elegido para las paredes es una decisión importante ya que, en función de ello, se deberá organizar el resto de la decoración. Para ello debemos tener presente los efectos básicos de cada color en el resultado de la habitación.
Por un lado, los colores claros y llenos de luz (blanco y todos los que se acerquen a él), son ideales para crear la sensación de mayor amplitud.
Los oscuros y apagados (negro y sus semejantes), disminuirán notablemente los espacios.
Los cálidos, como el rojo, el naranja, amarillo y los próximos a la gama de colores tierra, reducen los espacios, invitan a mayor intimidad, brindan vitalidad y energía y recrean naturalidad en los ambientes.
Los colores fríos —la gama de los azules, verdes y los tonos vino— aumentan la sensación de amplitud, invitan al descanso y brindan la sensación de tranquilidad y calma.
A la fuerza le corresponde el calor, a la debilidad el frío. Cálidos son el rojo, el amarillo y el naranja. Fríos el cyan, azul, y el violeta.
La contraposición de estos grupos se le llama contraste cálido-frío. El verde y el magenta son colores mediadores que dependen de la tonalidad o el contenido de amarillo o azul que contengan respectivamente. El verde “se dirige” hacia el frío, el magenta “se dirige” hacia el calor.
El rojo es un extremo, como máxima expresión de lo cálido. El otro extremo es el azul, que expresa frío polar. El hielo es blanco azulado, el fuego es rojo anaranjado. Frío parece el cielo azul, la amplitud, la lejanía, lo devastado, rígido; cálido lo próximo, lo que crece orgánicamente, lo repleto de savia, lo vivo.
Los colores según su posición frío-calor actúan sobre el sentimiento. Los fríos expresan distanciamiento, transfiguración. Los cálidos sugieren aproximación, recogimiento, intimidad y estrechez personal.
Decorando con colores vino
A la hora de elegir un cambio para las paredes de la casa, acaso sea tiempo de elegir un color atrevido y sofisticado. Una opción es escoger una paleta inspirada en tonos vino, que son tanto cálidos como fríos.
Veamos algunos modelos: