Fusión de dos artes: la arquitectura en las producciones audiovisuales de Mariano Cohn y Gastón Duprat.

En la historia del cine, numerosos directores han usado a la arquitectura como protagonista de la historia que querían contar: los directores argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat no han sido la excepción. Esta dupla ha sabido integrar a la arquitectura como elemento narrativo indispensable en muchas de sus entregas audiovisuales.

Cine y arquitectura

El acercamiento de estos directores argentinos a la arquitectura es incuestionable. Gastón Duprat estudió algunos años en la Facultad de Arquitectura de La Plata y Mariano Cohn siempre se ha sentido atraído por la espacialidad de los lugares. Junto a ellos trabaja Andrés Duprat, hermano de Gastón, quien es arquitecto, guionista y curador de arte, y aporta sus conocimientos en pos de un producto audiovisual único. Es así como este trío logra congeniar y fusionar ambas artes casi de forma natural.

Por ello, se vuelve sumamente interesante recorrer algunas de sus series y películas más reconocidas, y observar el vínculo entre la trama y la arquitectura, donde la obra de distintos arquitectos trasciende la puesta en escena para ser partícipe y cómplice de las diferentes historias.

La obra de Le Corbusier en la argentina: un escenario único

Una de las primeras películas de la dupla de directores en la cual se destaca por demasía la locación es en El hombre de al lado (2009). La trama gira en torno a un conflicto entre dos vecinos linderos con dos maneras distintas de vivir y de pensar. Mientras que de un lado vive Leonardo (Rafael Spregelburd), un diseñador prestigioso y refinado, del otro vive Víctor (Daniel Aráoz), un técnico en mantenimiento de automóviles, despreocupado y vulgar. A través de situaciones absurdas que van sucediendo a lo largo de la película, se plantean reflexiones en torno a la vida en comunidad y los malentendidos y confusiones que se generan por pertenecer a distintas clases sociales.

La trama cobra aún más relevancia con el escenario elegido para la película: la Casa Curutchet (1955). La misma es la vivienda de Leonardo y se presenta como exclusiva locación. Se trata de la única obra en Latinoamérica del reconocido arquitecto Le Corbusier, uno de los máximos referentes de la arquitectura moderna. La obra se encuentra en la ciudad de La Plata y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El médico cirujano Pedro Curutchet decidió encargarle a Le Corbusier el diseño de su vivienda unifamiliar. El arquitecto decidió aceptar la propuesta de diseñarla, pero sin viajar hacia la Argentina para su construcción, por lo que designó a Amancio Williams para que se encargue de la dirección de obra. La misma se conforma por la vivienda principal, a la cual se accede mediante un hall ubicado en la parte trasera de la parcela, y el consultorio que da al frente, conectados por rampas que otorgan una fluidez espacial única, y que se alinea al concepto de “promenade” impulsado por Le Corbusier.

Las variadas tomas en la película se encargan de enfatizar la sensación que se percibe al moverse por los distintos espacios de la vivienda. Lo más característico de esta obra arquitectónica es que adquirió un carácter atemporal, su diseño pareciera estar siempre vigente sin importar las modas.

Bonet, Niemeyer y Viñoly unidos por el arte

Y si de obras maestras hablamos, es difícil que un amante de la arquitectura pueda pasar por alto la presencia de distinguidas obras en la película Mi Obra Maestra del año 2018, realizadas por arquitectos latinoamericanos muy destacados. La película narra la historia de Renzo Nervi (Luis Brandoni), un pintor con una carrera en decadencia, y su amigo Arturo Silva (Guillermo Francella), galerista de arte, quien intenta remontar la carrera de su amigo a través de un plan muy arriesgado. Para ello, a lo largo de la película se presentan como escenarios distintos museos muy famosos.

Como locaciones importantes en la ciudad de Buenos Aires se destacan, en primer lugar, la Casa Estudios para Artistas (1938) del arquitecto español Antonio Bonet. Esta obra se compone de locales comerciales en planta baja, y estudios y talleres para artistas en las plantas superiores. Se caracteriza por ser un edificio que sigue las pautas del movimiento moderno, incorporando ondulaciones sinuosas tanto en la fachada como en el interior. La obra causó un gran impacto y fue rechazada por la sociedad local del momento, pero para Bonet significó una oportunidad de poder expresarse libremente, convirtiéndola en su carta de presentación para futuros encargos.

Por otro lado, se usa como escenario el Museo de Colección de Arte de Amalia Fortabat (2008) del arquitecto uruguayo Rafael Viñoly. Se encuentra localizado en el barrio porteño de Puerto Madero y destaca por su cubierta arqueada de cristal, por sobre la que se ubican nervios estructurales de acero que sostienen parasoles móviles. Esta versatilidad de la cubierta permite controlar la entrada de luz solar, algo muy importante en un museo que contiene obras de mucho valor.

Por fuera de la Argentina, se usa como locación una reconocida obra del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer: el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói (1996). Esta obra se trata de una gran sala de exposiciones circular, la cual desde lejos parece flotar debido a su resolución estructural: se posa sobre un cilindro de hormigón armado de 2,7 metros de diámetro. A la sala de exposiciones se accede mediante una rampa exterior y, una vez en el interior, el arquitecto generó una galería que, además de proteger la sala de exposiciones, proporciona a los visitantes la oportunidad de observar el paisaje exterior.

El brutalismo también se hace presente

En la exitosa serie El Encargado, con la temporada 3 terminada de estrenar en agosto, se muestra la vida de Eliseo (Guillermo Francella), encargado de un edificio de clase media-alta, quien abusa del poder que tiene debido a su puesto ya que, a través de engaños y una constante actitud manipuladora para con los propietarios de edificios, logra aprovecharse de ellos y cumplir sus objetivos.

Al igual que en el Hombre de al lado, la trama de esta serie transcurre casi en su totalidad en una única locación, un edificio multifamiliar ubicado en la calle Arribeños en el barrio de Belgrano. Se encuentra en una zona residencial exclusiva de densidad media, en un entorno caracterizado por edificios ubicados en parcelas con perímetro libre.

Se trata de un edificio de, aproximadamente, 35 años, con 14 pisos de altura y balcones que ocupan todo el frente de la vivienda. Lo más llamativo de esta construcción es, sin ninguna duda, las patas estructurales en forma de “V” que se pueden apreciar en planta baja. Las mismas se destacan por su monumentalidad y por dejar al descubierto la estructura de hormigón armado, algo muy característico del estilo brutalista de mediados de siglo XX, el cual buscaba exponer, y hasta resaltar, tanto los componentes estructurales como las instalaciones de los edificios, manifestando un diseño totalmente honesto.

Entre los edificios más característicos del estilo brutalista se destacan la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de los Arquitectos Clorindo Testa, Francisco Jorge Bullrich y Alicia Cazzaniga, y la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza del Arquitecto Enrico Tedeschi, ambas declaradas Monumento Histórico Nacional.

Incorporando, además, el arte culinario

Un restaurante llamado Patagonia Sur, del reconocido chef argentino Francis Mallmann, resultó la locación ideal para la casa de Manuel Tamayo Prats (Luis Brandoni), un escritor y crítico gastronómico en la serie Nada (2023), quien en el último capítulo recibe la visita de su mejor amigo Vincent Parisi, interpretado por Robert De Niro, por motivo de la presentación de su libro.

Dicho restaurante se encuentra en el barrio de La Boca y se trata de una atractiva vivienda italiana en esquina de la década de 1920. Es angosta y alargada, consta de dos niveles y cuenta con un balcón con baranda de hierro en todo el perímetro del nivel superior, algo muy característico de las casas de la zona. Por dentro está decorada de forma ecléctica: cortinas de terciopelo, recuerdos de viaje, obras de arte y diversos muebles que crean un ambiente único. Pintada de colores vibrantes en el exterior, pasa casi desapercibida en un barrio que se destaca por viviendas construidas en chapa y pintadas en diversos colores. Esto es así debido a que los trabajadores de la época aprovechaban los sobrantes de pintura de las embarcaciones para embellecer la fachada de sus viviendas. El restaurante se ubica justo enfrente al Riachuelo, destacándose como telón de fondo en algunas escenas el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda.

A lo largo de la serie aparecen otros lugares distintivos de la capital argentina: el Obelisco, símbolo histórico e identitario de la ciudad de Buenos Aires; el edificio Kavanagh, destacado ejemplo del estilo Art-decó; y la Calle Arroyo, una vía elegante que alberga edificaciones de estilo francés, con una gran propuesta de galerías de arte y cafés de alto nivel.

La aparición de los distintos puntos icónicos de la ciudad en la serie no es casual: se alinea con la intención de los directores de mostrar diversos aspectos de la cultura argentina. Tanto es así que, en cada capítulo, el personaje de Robert de Niro se encarga de explicar frases populares que los argentinos usamos en nuestra cotidianeidad.

Un vínculo esencial

La dupla de directores elige locaciones que complementan la trama y enriquecen la narrativa, transformando sus piezas audiovisuales en obras únicas. Para ello, la arquitectura juega un papel crucial desde el inicio de una serie o película, ya que una ubicación adecuada destaca aspectos de la trama y/o de los personajes, añadiendo un valor distintivo. Así, la arquitectura, al estar intrínsecamente relacionada con la vida cotidiana y las interacciones, adquiere un rol central en la producción audiovisual.