Julio 2022 - Año XXXII
Al borde de la línea

Gritos de mujeres, hombres y niños: La fascinante historia del Guernica de Picasso

por Ing. Mario Minervino - @mrminervino1

“La pintura no ha sido hecha para decorar los departamentos. Es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo”. Pablo Picasso

El 26 de abril de 1937 el pueblo de Guernica, en el país vasco, era una fiesta. Era lunes, era día de mercado. Los 5 mil habitantes de la villa disfrutaban de una tarde de sol y del movimiento propio de esa propuesta que atraía a cientos de habitantes de pueblos vecinos. Por eso prácticamente nadie prestó atención cuando poco después de las cuatro de la tarde se escuchó el ruido de motores en el aire. No era habitual, claro, que pasaran aviones sobre el lugar, y mucho menos en grupo y sumando una buena cantidad. Para cuando quisieron saber de qué se trataba, ya el horror estaba entre ellos. Sin poder reaccionar ni protegerse, kilos y kilos de bombas cayeron desde lo alto, sembrando el caos, la destrucción y la muerte.

La villa de Guernica había sido devastada, elegida por el general Francisco Franco para asistir un golpe letal en el marco de la guerra civil española. Para eso contó con la ayuda de Adolf Hitler, que puso a su disposición su flota aérea para llevar adelante uno de los primeros bombardeos de la historia sobre una población civil, un ensayo de los alemanes para una práctica que sería habitual en la Segunda Guerra Mundial. Los aviones Heinkel y Junker que habían despegado de la base de Burgos arrasaron Guernica con unas 2.500 bombas incendiarias.

El impacto destruyó el 90% de los edificios y mató al 25% de su población. El hecho tomó trascendencia inmediata porque además la prensa mundial se hizo eco inmediato de tan aberrante crimen. En su vivienda de París, Pablo Picasso se conmovía hasta lo más profundo de su ser con lo ocurrido y ese sentimiento alimentaba su alma para, en pocas horas, ponerse a trabajar en el que se convertiría con el tiempo en uno de los cuadros más famosos del siglo XX, una obra a la que llamaría simplemente “Guernica”.

¿Quién fue Picasso?

Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881 - Mougins, 1973) fue un pintor y escultor español, creador, junto con Georges Braque, del cubismo. Es considerado uno de los mayores pintores en los movimientos artísticos que se propagaron por el mundo en el siglo XX y ejercieron una gran influencia en grandes artistas de su tiempo. Sus trabajos están presentes en museos y colecciones de todo el mundo. Abordó, además, géneros como el dibujo, el grabado, la ilustración de libros, la escultura, la cerámica y el diseño de escenografía y vestuario para montajes teatrales. Falleció en su casa de Mougins, a los 91 años de edad.

Seis de sus cuadros se incluyen entre los 20 más caros de la historia. Les femmes d'alger, pintada en 1955, de 114 cm x 156,4 cm, en homenaje a la última de sus mujeres, Jacqueline Roque, fue subastada en 2015 al bonito precio de 179 millones de dólares.

Un cuadro y sus grises

En 1937 Picasso ya era una leyenda. A sus 56 años de edad había revolucionado el mundo del arte con su pintura, que los historiadores se encargaban de dividir en varios períodos y estilos, siendo, claro, el máximo representante del denominado “cubismo”.

En enero de ese año, tres meses antes del bombardeo a Guernica, el arquitecto catalán Josep Lluís Sert le había pedido que colaborase con un gran mural para ubicar en el pabellón que la Segunda República española montaría en la Exposición Internacional de París de ese año.

El gobierno español se enfrentaba entonces a una posible derrota en el marco de la guerra civil española, frente a los militares sublevados de Francisco Franco, apoyados por la Alemania nazi y la Italia fascista. Picasso se mostró reacio a la propuesta, tanto por el tamaño del proyecto como por su tinte propagandístico. No obstante sus dudas, su compañera de ese momento, Dora Maar, encontró en febrero un estudio apropiado, en la rue des Grands-Augustins de París, donde podría eventualmente llevar a cabo el proyecto.

Lo cierto es que si Picasso tenía dudas sobre acometer una labor tan singular como era pintar un mural de 3,49 m de alto por 7,77 de largo y la búsqueda de un tema para el mismo, el bombardeo de Guernica cambió radicalmente su postura.

De hecho, como un presagio, en enero de ese año había escrito una suerte de poema surrealista, titulado “Sueño y mentiras de Franco”, donde escribió: “…gritos de niños, gritos de mujeres, gritos de flores, gritos de madera y de piedras…”, donde de alguna manera anticipaba el horror de la guerra.

El primero de mayo de 1937 Picasso trazaba las primeras líneas sobre la tela, impulsado por una adrenalina única, por un dolor ante lo ocurrido y con el convencimiento de mostrar, a través de esa obra el espanto que significaba una guerra.

Dora Maar fue fotografiando los distintos estadios del cuadro, que Picasso terminó en apenas 20 días. El autor eligió los tonos grises para que la obra expresara “oscuridad y brutalidad”. Esa ausencia de color permitía otorgarle esos atributos.

Poco a poco cada elemento fue definiendo su posición y forma, aunque en el recorrido se generaron varios cambios. Por caso, lo que inicialmente era un ramo de flores alzado por un puño se convirtió en una luz, mientras que el caballo agonizante tomó una posición central, adquiriendo total protagonismo.

El 12 de julio de 1937 el Guernica llegó al pabellón español, un pequeño edificio, abierto, que modificó entonces su fisonomía. Los estudiosos del arte aseguran que en ese momento cambió parte de la historia del arte, con una de las pinturas más notables de Picasso, un cuadro “sonoro” donde los personajes gritan, gesticulan y mueren bajo las bombas. Una denuncia a la sinrazón de cualquier guerra. Una obra de arte única. El Guernica.

Inspiración medieval

Muchos críticos han buscado posibles fuentes de inspiración de Picasso para el Guernica. Entre ellas figuran las ilustraciones que contiene de la Biblia Mozárabe pintada en el siglo X y que se custodia en la Catedral de León. De ser así, el monje Florencio que la pintó estaba generando, en el año 960, un modelo para un cuadro que se pintaría mil años después. La biblia es una copia en miniatura realizada en el monasterio San Pedro de Valeránica (en Burgos) que se expuso en París en 1937, con lo cual Picasso pudo haber visto los dibujos gestuales y expresionistas que aparecen en ese texto medieval.

Las similitudes se aprecian especialmente en el toro, que en la Biblia simboliza al evangelista San Lucas, en el caballo y en los rostros de las personas. Aparece también un león, con la lengua fuera, cuya expresión es parecida a la del caballo de Picasso, al que le sale por la boca una especie de cuchillo o punta de lanza.

Los protagonistas

En ese collage de figuras que es el Guernica aparecen mujeres representando la población civil indefensa, un militar caído en defensa de su patria y los animales, ajenos a la locura humana. Los rostros se presentan a la vez de frente y de perfil, una representación simultánea de varios planos, todo reducido a formas geométricas de gran pureza y definición de líneas.

El historiador de arte Anthony Blunt divide a las figuras en dos grupos. Por un lado los animales, en el lado izquierdo del lienzo: un toro que gira el rostro hacia el espectador, un caballo herido y entre ambos una paloma. El segundo grupo está conformado por seres humanos, que incluye a varias mujeres y a un soldado muerto. Una de las mujeres sostiene una lámpara mientras se asoma por la ventana; otra sostiene a su hijo muerto en medio de un alarido desgarrador, una más entra corriendo desde la derecha y, finalmente, otra alza los brazos al cielo frente a una casa en llamas.

El artista mezcló elementos cubistas y expresionistas para dar vida a una escena en la que reina el caos y las figuras parecen estar en medio de un movimiento frenético, unas encima de otras. A pesar de su título, en el Guernica no se ven bombas, ni aviones, ni referencias al bombardeo. Picasso pintó una escena global, representando la barbarie de la guerra a nivel universal.

El último exiliado

Pocos cuadros tienen una historia tan particular como el Guernica. No sólo por su tamaño, su autor y su temática. Es que terminada la exposición de París, Picasso y los hacedores del pabellón sabían que no sería España su destino, al menos mientras la guerra civil se extendiera. Por eso apenas dejó el pabellón, que fue completamente desmontado, empezó un periplo por varias ciudades de Europa, buscando recaudar fondos para la causa republicana. Quienes deseaban contemplarlo en Londres, por caso, debían pagar un chelín y dejar un par de zapatos. En mayo de 1939 fue cargado en un barco que lo llevó a Estados Unidos, donde siguió su gira propagandística por varias ciudades norteamericanas. Un año después, Picasso lo cedió “en custodia y depósito” al Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), a la espera de que se restableciesen las libertades en España. Cuando eso ocurriese, regresaría a su legítimo propietario. La consolidación del régimen de Franco condenó a la pintura a un prolongado exilio.

Con el regreso de la democracia a España, en 1977, comenzaron las negociaciones con el MoMa para el reintegro del Guernica. Pero España debió enfrentar varios obstáculos, desde la (lógica) resistencia del museo neoyorquino a desprenderse de semejante tesoro artístico hasta el pleito entre los herederos de Picasso y la pulseada entre varias ciudades por la obra.

El hallazgo de una factura de los 150.000 francos que la República había pagado a Picasso por el cuadro -que se asegura no es auténtica porque Picasso no quiso cobrar por su labor— fue decisiva para inclinar la balanza en cuanto a quien era el verdadero propietario.

El 10 de septiembre de 1981 -centenario del nacimiento de Picasso— el Guernica inició el vuelo desde Nueva York a Madrid, en la bodega del Boeing 747 Lope de Vega de Iberia. Había sido descolgado del MoMA casi en la clandestinidad debido a amenazas recibidas por el museo. No era una obra cualquiera: su carga política todavía era importante.

Ya en tierra española se lo llevó al Casón del Buen Retiro, donde se lo exhibió protegido con un cristal antibalas y con la custodia permanente de la Guardia Civil. Para entonces ya se sugería que el cuadro se había despojado de gran parte de su atmósfera política aunque sin haber perdido su condición de símbolo.

A pesar de la voluntad de Picasso para que el Guernica estuviese en el Museo del Prado, donde completaría las miradas sobre la guerra de otros pintores como Velázquez y Goya, en 1992 fue finalmente destinado al museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Allí está desde entonces, en una gran sala de paredes blancas, donde es apreciado por miles de personas que viajan desde todos los puntos del mundo para admirar una obra de arte que no deja de conmover y maravillar. Por su calidad, por su mensaje, por su horror.

Los otros Guernica

En Guernica, un Guernica sanguinolento

El mundo contiene copias del Guernica. En museos, como arte callejero, en entidades. Pocos cuadros han alcanzado semejante grado de popularidad.

Entre los muchos ejemplos, el país vasco es el que más se ha interesado por el cuadro. En 2021, la réplica que se montó en la feria internacional de arte contemporáneo de Madrid, la obra “Guernica para Gernika”, un mural de Agustín Ibarrola fue finalmente adquirida en 300 mil euros por las instituciones titulares del museo de Bilbao: el Gobierno Vasco, Diputación Foral de Bizkaia y Ayuntamiento de Bilbao. El cuadro fue sometido a una restauración tras haber permanecido guardado durante cuatro décadas en el estudio del artista, en el municipio vizcaíno de Kortezubi, y cedido a la villa de Guernica para su exhibición pública.

Agustín Ibarrola pintó su “Guernica” en 1977 como bandera del reclamo de artistas vascos que querían que la obra fuera instalada en un museo construido a tal efecto en la villa de Guernica. Se trata de un mural integrado por diez lienzos que forman un “gran friso narrativo” de 10 m de largo por 2 de alto, en el que Ibarrola reinterpreta los motivos de la obra de Picasso, como la cabeza de caballo, la mujer con el niño en brazos, el soldado herido, todo con una paleta de blancos, grises y negros a los cuales agregó contados toques de “rojo sanguinolento”.

Por supuesto que no sería admisible que la ciudad que inspiró el cuadro no tuviese una copia. En este caso se trata de un trabajo realizado en cerámica, que se exibe sobre un muro, a la vista de todos. Es fiel al original realizada de forma artesanal para conmemorar el 60 aniversario del bombardeo de Gernika.

Mirándolo de cerca, da la impresión de ser un inmenso puzle que alguien ha unido hasta darle la forma de una de las obras más famosas de Picasso y lo ha sacado a la calle para que nadie olvide que pasea por las calles de la villa que una tragedia convirtió en inspiración para el pintor malagueño.

En la ONU, a colores se despliega como un atlas

Otras réplicas del Guernica tienen componentes por demás particulares, ya que de su ejecución participó el propio Picasso. Es el caso de las realizadas sobre tapices por la artista Jacqueline La Baume-Durrbach, con el visto bueno del pintor que además se encargó de hacer una copia en papel sobre la cual pudiese trabajar la artista textil.

Se realizaron tres tapices, el primero en 1955, por encargo del millonario norteamericano Nelson Rockefeller, realizado en once tonos de marrón sobre una tela de 3 metros por 7 metros, utilizando un telar horizontal de cuerda baja. En 1984 el tapiz fue cedido a préstamo por el nieto de Rockefeller a la ONU, que lo colocó en el acceso a su sede en Nueva York.

Las otras dos copias textiles se encuentran en el museo Unterlinden, en Colmar, Francia, y en el Museo de Arte Moderno de Gunma, en Takasaki, Japón.

Propuestas criollas

No hay muchas reproducciones del Guernica en nuestro país. Al menos declaradas. Se conoce una en el barrio de Villa Crespo, realizado en 1984 por estudiantes de la escuela de arte Prilidiano Pueyrredón, que respeta los tonos y las medidas originales del cuadro. También hay un singular trabajo en Tres Arroyos, réplica realizada por el Centro Vasco Hiru Erreka. En este caso se decidió realizar un trabajo en acero mediante tecnología de última generación, pieza por pieza y letra por letra. Si bien dista de la obra original, remite claramente a su imagen.


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