Abril 2021 - Año XXXI
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Ko Panyi, Uros y Ocean City ciudades flotantes

Cuando se habla de ciudad o de sus variantes menores -aldea, pueblo, comunidad- es habitual evocar escenarios que corresponden a calles, coches, edificios. Pero a veces podemos sorprendernos con otras formas dotadas de originalidad.

Al tratar de definirlas, también pueden entenderse como lugares que reúnen diferentes actividades, una superposición de funciones derivadas de las diferentes realizaciones de sus habitantes a lo largo del tiempo.

En este sentido, abundan diferentes formatos, en un intento de categorización que intenta imponer “personalidades urbanas” como pacíficas, agitadas, violentas, tranquilas.

Ko Panyi es un caso distinto: no se corresponde con ningún estereotipo y resulta complejo categorizarla. Sería más fácil describirla como una de las ciudades invisibles de Italo Calvino, enclavada en una bahía del sur de Tailandia y a la sombra de una enorme roca caliza de unos 200 metros de altura. Sus edificios se elevan sobre el agua sostenidos por largas y delgadas estructuras como patas de flamencos, albergando a más de 360 familias y un total de 1.680 personas.

Su historia comienza a finales del siglo XVIII, cuando una ley limitó la propiedad de la tierra sólo a las personas de origen tailandés y provocó que los pescadores de Malasia comenzaran a construir este pueblo sobre pilotes, aprovechando el mar tranquilo y fértil de la bahía. Con el tiempo, la comunidad también aumentó su riqueza e hizo posible la compra de espacios de tierra alrededor de la roca donde se construyeron las únicas estructuras en tierra firme: la escuela, el centro de salud y la mezquita.

Su base estructural se crea mediante palafitos con las casas construidas en madera y bambú. Y entre los retos de vivir en el agua, uno de los principales es la limitadísima superficie sólida que refleja la falta de espacios comunes y lugares de encuentro. Un grupo de niños construyó una cancha deportiva flotante. Con madera, clavos y balsas de pesca, la cancha, junto a un muelle, se ha convertido en un tesoro nacional.

Al igual que el pueblo malayo, otros asentamientos sobre el agua pueden verse en el lago Titicaca, en Perú, con el pueblo preincaico Uro viviendo en 42 islas flotantes hechas de totora.

Sin embargo, los pueblos flotantes no sólo tienen un lugar en el pasado, sino también en el futuro. Oceanix City, de Bjarke Ingels Group (BIG), nace “como parte de la Nueva Agenda Urbana de ONU-Hábitat, y es un proyecto para la primera comunidad flotante resistente y sostenible del mundo, hecha para albergar a 10.000 personas”.

Es una respuesta a la predicción de que en 2050 el 90% de las mayores ciudades del mundo estarán expuestas a la subida del mar, lo que provocará desplazamientos masivos y la destrucción de viviendas e infraestructuras.

El proyecto está anclado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que instituyen los flujos circulares de alimentos, energía, agua y residuos. La agricultura comunitaria está en el centro de todas las plataformas, permitiendo adoptar sistemas de reparto de cultivos y de cero residuos. Las comunidades darán prioridad a los materiales locales para la construcción, incluido el bambú que tiene una resistencia a la tracción seis veces superior a la del acero.

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