Un “templo maya posmoderno” demolido
A la hora de la utilidad y funcionalidad, las empresas no tienen mucho corazón. Por eso no hubo demasiadas vueltas al momento de demoler un edificio cargado de historia pero considerado inadecuado para las nuevas necesidades de la firma.
El edificio de carácter brutalista (puro hormigón) y futurista, proyectado a fines de la década de 1960 para la farmacéutica Burroughs Wellcome, en Carolina del Norte, Estados Unidos, no solo tenía valor arquitectónico, sino también emocional: fue el lugar donde se descubrió el medicamento que permite a los pacientes de VIH tener una vida prácticamente normal.
Su demolición estaba anunciada desde septiembre de 2020, pero ver el edificio destrozado por la excavadora ha hundido a los admiradores de la arquitectura brutalista y de Paul Rudolph, el autor de la obra, que habían recogido casi 6.000 firmas para evitar la demolición.
Rudolph, ex jefe del departamento de arquitectura de Yale, recibió en 1969 el encargo de construir el cuartel de la farmacéutica Burroughs Wellcome. Tres años más tarde, entregó este edificio que se considera una cumbre del brutalismo, una mole de hormigón construida a base de módulos trapezoidales que se escalonan unos encima de otros hasta formar una montaña y que, por su aspecto futurista se utilizó para rodar la película de ciencia ficción Proyecto Brainstorm.
La intención de Rudolph fue que el edificio pareciese una extensión del lugar en el que se levantaba. No a todos les gustó ese diseño. El historiador Alex Cummings dijo, con intención despectiva, que le parecía “un templo maya posmoderno”.
Quienes han intentado, sin éxito, salvarlo hasta el último minuto se aferraban no solo al valor arquitectónico del edificio sino también a su simbolismo por el AZT elaborado en el sitio.
Nada de esto ha conmovido a United Therapeutics, la propietaria, que consideraron mantenerlo pero que les resultó “poco seguro, no adecuado medioambientalmente y funcionalmente obsoleto”.
Existen decenas de edificios brutalistas amenazados con la demolición. La plataforma SOS Brutalism va alertando cada vez que uno de sus “monstruos de hormigón” corre peligro.
A veces -como en este caso- pierden.