El sitio de la construcción del sur argentino

Marzo 2018 - Año XXVII
Al borde de la línea

Calatrava el hombre de los puentes, la creatividad y los conflictos

por Ing. Mario R. Minervino

Hablar del arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava es traer de inmediato sus puentes. Una especialidad en la que comenzó hace más de 30 años y que de alguna manera rompió con el molde tradicional de esas obras utilitarias, para reconvertirlos en esculturas, en equipamiento urbano, en lugares de encuentro. Imponentes, desafiantes y estructuralmente complejos, su color blanco se impone ya en más de 50 ciudades de todo el planeta. Pero Calatrava ha logrado mucho más. Ha diseñado decenas de edificios y se ha convertido en una celebridad que, de manera casi inesperada, se ha visto rodeado de escándalos y juicios por la calidad constructiva de algunos de sus trabajos. A pesar de estos contratiempos, el hombre sigue trabajando a destajo, creandoy dibujando, como el primer día.

Santiago Calatrava cumplirá en junio 67 años. Es un hombre grande, en muchos sentidos de esa palabra. Nacido en Benimámet, una localidad de Valencia de modestos 15 mil habitantes, es uno de los profesionales de la arquitectura y la ingeniería más reconocidos y polémicos del planeta, con obras desarrolladas en decenas de países, dueño de un estilo absolutamente propio y que ha redefinido el sentido, uso y diseño de los puentes urbanos.

Su trayectoria está plagada de buenos y de malos momentos, con la particularidad de haber ganado la primera plana de muchos diarios por inconvenientes derivados de sus trabajos, que van supuestos errores de diseño y atrasos en los plazos hasta excesos en los presupuestos y problemas constructivos.

“Imbarazzante serie di errori” (embarazosa serie de errores), señaló un diario sobre su puente en el Gran Canal de Venecia. “A star architect leaves some clients fuming” (un arquitecto estrella deja a algunos clientes echando humo), publicó el The New York Times en 2013.

Su ahora completada obra en la Zona Cero de Nueva York, un inmenso intercambiador subterráneo coronado por dos alas, acumulaba cuatro años de retraso y un costo de 4.000 millones de dólares, el doble de lo presupuestado.

En principio, Calatrava no contestaba las críticas. Luego entendió que ese no era el mejor camino. Reforzó su cuerpo de abogados y de comunicadores, para enfrentar la oleada de juicios y demandas. Hoy ha salido indemne de la mayor parte de litigios. Absuelto en Venecia; desimputado en Castellón y Mallorca, donde se le acusó de haber cobrado proyectos que no se construyeron; victorioso en Valencia, donde reclamó una indemnización por el daño ocasionado en su imagen. Llegó a un acuerdo extrajudicial con una bodega en la Rioja Alavesa, descontenta con su actuación. Tiene en contra una condena de 2,9 millones de euros por la imposibilidad de fijar una cubierta móvil en el Palacio de Congresos de Oviedo.

“Uno solo es el arquitecto. No soy el responsable de los ladrillos que ha puesto ahí alguien. La idea del arquitecto capitán de barco y responsable de todos los marineros es extemporánea”, ha mencionado Calatrava en relación a los problemas constructivos de algunas de sus obras.

Sus críticos lo acusan de haber tomado más de lo que puede atender. “Ha muerto de éxito. Cuando tienes muchas obras a la vez, llega un momento en que pierdes el control”, se dijo.

Calatrava insiste en la delimitación de las responsabilidades. “No es solo el arquitecto. Es el constructor. Tiene que ser bueno. Uno no viene y pone el hormigón. Ni la impermeabilización. Uno se fía. Eres una pequeña rueda en una cadena enorme”, explica.

En el estudio llegaron a trabajar 150 personas. Ahora son 90, repartidos por el globo.

Sobre los elevados costos de mantenimiento de sus edificios, menciona: “Muchos creen que no tendrás que mantenerlos. Pero es como si compras una Ferrari. Necesita mantenimiento”.

“Hasta 2008, ibas a España y estaba todo perfecto. De pronto, un descalabro. Se empiezan a hacer economías. Se genera un clima opuesto. Eso provoca la actitud precipitada de lo que se llama ‘búsqueda sistemática de culpables y castigo ejemplar de inocentes. Habría que revisar un poco las cosas. En España existe la figura del acusador privado. Esto viene de la inquisición. De pronto, alguien especula con que yo me he repartido dinero con otra persona. ¿Estamos locos?”, agrega.

El hombre

Calatrava trabaja en Zúrich. Allí vive parte del año, en una mansión que perteneció a una familia cervecera. Se levanta a las 5,45, hace deporte, desayuna y dedica la mañana a pintar a solas, en su casa. Llega a su despacho al mediodía.

Sus colaboradores lo tienen en la más alta estima. “Es uno de esos artistas completos, como Da Vinci”, mencionan sin pudor.

A los ocho años lo inscribieron en la Escuela de Artes y Oficios. A los 17 viajó a París para estudiar Bellas Artes, pero finalmente regresó a Valencia y se recibió de arquitecto. La elección de esa carrera se la debe a Le Corbusier, luego de ver una imagen de la casa Heidi Weber, una "obra de arte integral”, que refleja la unidad de la arquitectura con la escultura y el arte, resuelta en acero, vidrio y placas de colores.

Calatrava habla seis idiomas. En francés con sus ayudantes, en alemán con su mujer, en español e inglés a otros. Cambia de idioma casi sin percibirlo, como si fuera una única lengua. Dibuja sus ideas a mano y las pinta con acuarelas. No usa computadora. La complejidad estructural de sus obras las resuelve en una hoja.

Se doctoró en ingeniería civil, una carrera dura, de números y exactitudes, en la Escuela Politécnica de Zurich, a los 26 años. “Pensé que la ingeniería me daría acceso a construir cosas que me entusiasmaban, como las bóvedas”. Un día descubrió que podía “crear obras de arte con las herramientas de un arquitecto y un ingeniero”. Sus puentes, que se alejan de toda estructura clásica, dejan en claro el producto que puede surgir de combinar escultura, arquitectura e ingeniería.

Desnudos

Calatrava está hoy entusiasmado con pintar desnudos. Mujeres desnudas. Las retrata con carboncillos y en posturas contorsionadas. “Trabajo el desnudo como si estuviese otra vez en la escuela”, dice. Contrata como modelos a estudiantes de Bellas Artes. Dedica semanas a cada trabajo.

Su mujer desde hace 42 años es Robertina Marangoni, de origen sueco y suizo; la conoció en Zúrich, donde ella estudiaba Derecho. Se ha encargado desde siempre de los asuntos legales y administrativos. Entre ellos hablan en alemán y suelen pasar gran parte del año en su casa de Park Avenue(Nueva York).

Marangoni recuerda los inicios: “Empezamos con menos que nada”. Reconoce que los últimos años han sido duros. “Ahora escribo correos y correos. Siempre consultando a los abogados. Tenemos que protegernos”.

Ante los conflictos, Calatrava encontró su “refugio” en el trabajo personal. Su amigo Zubin Mehta, director de la Filarmónica de Israel, le comentó una vez que, frente a asedios y críticos, “La música lo limpiaba”. “Mi trabajo me limpia. Es pura higiene”, dice Calatrava.

El trabajo

La complejidad de las obras de Calatrava se entienden en parte cuando el arquitecto habla de Miguel Ángel, de las proporciones áureas, de la serie de Fibonacci y del crecimiento fractal de Mandelbrot, para explicar algunos de sus proyectos.

Calatrava sigue proyectando obras, en todo el mundo. Muchos de sus puentes han cambiado el paisaje de ciudades, muchos de sus edificios son iconos. Tiene 22 doctorados honoris causa, premios de todo tipo, reconocimientos personales.

Es cierto que alguno de sus edificios registró goteras, que se han desprendido revestimientos y que son costosos. Acaso es lo que le pasa a todos los profesionales de su estatura. Algunos con mayor difusión que otros. Calatrava es un artista que ha establecido un estilo y una forma que el tiempo seguramente sabrá colocar en su justo lugar. Mientras tanto, sigue creando.

Obras

Calatrava construye en hierro y hormigón, blancos. Sus obras son esculturas, inspiradas en el cuerpo humano, en animales, en brazos y en torsos. Se puede advertir ese patrón y, en muchos casos, se copia a sí mismo, sobre todo en sus más de 50 puentes que lo han llevado a la fama. Sin embargo, su obra es tan amplia y variada que sólo recorriéndola se puede llegar a explicar e interpretar. Por mencionar algunos de sus trabajos: Edificio BCE (Toronto, Canadá), Puente de la Mujer (Buenos Aires), Palacio de Congresos Princesa Letizia (Oviedo, España), Ciudad de las Artes y de las Ciencias (Valencia, España), Auditorio de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife, España), Puente Vistabella (Murcia, España); Puente de la Exposición -conocido como "La Peineta"- (Valencia, España), Puente Campo Volantín Zubizuri (Bilbao, España); Estación de Ferrocarril de Oriente (Lisboa, Portugal); Aeropuerto de Bilbao (Bilbao, España); Puente James Joyce (Dublín, Irlanda); Puente Samuel Beckett (Dublín, Irlanda); Torre de telecomunicaciones de Montjuic (Barcelona, España); Puente del Alamillo (Sevilla, España); Puente Bac de Roda (Barcelona, España); Estación de Ferrocarril Stadelhofen (Zúrich, Suiza); Turning Torso (Malmö, Suecia); Puente de la Constitución en Venecia, Italia; Puente atirantado de Jerusalén (Jerusalén, Israel); Ciudad del Deporte, (Roma, Italia).


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