El sitio de la construcción del sur argentino

Febrero 2016 - Año XXVI
Al Borde de la línea
Sobre edificios, orígenes, copias y plagios

La inspiración bien entendida

por Ing. Mario R. Minervino

“Tenemos un defecto: nos falta originalidad. Casi todo lo que decidimos hacer está inspirado –digamos francamente, copiado– de modelos célebres (…). Mi tío el mayor dice que somos como las copias en papel carbónico, idénticas al original salvo que otro color, otro papel, otra finalidad”. De “Historias de Cronopios y de Famas”, Julio Cortázar

La historia de la arquitectura suele ordenarse en lenguajes arquitectónicos, cada cual consecuencia de distintas culturas, sentimientos, posibilidades técnicas y artísticas, creencias, aspiraciones o interpretaciones del mundo. Así se mencionan la arquitectura clásica, gótica, barroca y moderna, entre otras tantas. Muchas obras han servido para marcar rumbos, convertidas en verdaderos iconos de un tiempo, capaces de concentrar las características relevantes y destacadas, por caso el Partenón, el Coliseo romano, el templete de San Pedro, las catedrales medievales, la Villa Savoye o el museo Pompidou. A partir de sus influencias, muchos edificios se han replicado en el mundo y en el tiempo.

A veces sus autores han sido profesionales que miraban a Europa y de allí tomaban su fuente creativa, otros dispusieron de un atlas más amplio y variado. Los ejemplos que siguen muestran obras de Bahía Blanca que reflejan otras construcciones y otros momentos.

El Palacio Municipal y su torre

Concursado su proyecto en 1904 y terminado de construir en 1910, el palacio municipal bahiense, frente a la plaza Rivadavia, es obra del estudio de Ceferino Corti y Emilio Coutaret. En el libro Patrimonio Urbano, de José Zingoni, se indica que el edificio “sigue la línea borbónica predominante en la época”, con un esquema de torre central y el desarrollo de los cuerpos laterales.

La torre del palacio evoca a la Torre de los Clérigos (en Oporto, Portugal), que es parte de la iglesia ubicada en el caso antiguo de la ciudad. Realizada en granito, su altura supera los 75 metros. Tanto la iglesia como la torre son obra de Nicolau Nasoni, un exponente del arte barroco en la ciudad portuguesa. Comenzó a construirse en 1754 y se concluyó en 1763. Los ejemplos de edificios con torres de ese tipo se repiten en todo el mundo, marcando a partir de ese elemento presencia y poder. El diseño bahiense tenía proyectado un reloj en el remate, habitual en este tipo de elementos, aunque jamás se colocó, dejando un círculo ciego en lo alto.

Un Palau que llegó a una casa

En 1905 comenzó en Barcelona la construcción del Palau de la Música Catalana, diseñado por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner como sede del Orfeó Català. La obra, propia del modernismo catalán, se destaca por su fachada de colores y esculturas y, en la planta alta, un maravilloso conjunto de columnas revestidos cerámicas de múltiples colores, el tradicional trencadís catalán. En 1920, en Bahía Blanca, el constructor nativo de Reus, ciudad ubicada a pocos kilómetros de Barcelona, construía una singular casa familiar en la primera cuadra de calle Rondeau, con un jardín de invierno en la planta alta donde ubicó, sobre el balcón a la calle, cuatro coloridas columnas inspiradas en esa técnica. La “Casa Catalana”, como se la conoce desde entonces, es un particular ejemplo de ese modernismo, a miles de kilómetros de su lugar de concepción.

Un portal que se gestó en Brandsen

En 1942 el intendente municipal Jorge Aguilar decidió construir un portal para el principal paseo de la ciudad, el parque de Mayo. Para eso diseñó una obra de líneas neocoloniales, la cual evitó hacer evaluar por la comisión de estética edilicia municipal. El diseño del acceso evoca a muchas obras barrocas y neobarrocas, con sus frontis curvos y quebrados, sus espirales jónicas y otros recursos propios del estilo. Unos años antes, por caso, se había inaugurado el acceso al Puente Alsina, en Pompeya, una propuesta que alcanzó gran difusión.

Lo curioso, sin embargo, es la similitud con un portal ejecutado unos años antes, en 1931, en Coronel Brandsen, a pocos kilómetros de La Plata, para la estancia “La Elvira”, de acuerdo a un diseño de dos arquitectos porteños. Es posible que Aguilar tomara conocimiento de ese trabajo a partir de la revista Nuestra Arquitectura, una de las más difundidas de la época. Aquel portal de Brandsen, todavía de pie, es de una exagerada similitud con el de Bahía Blanca, lo cual hace pensar que el parecido entre ambos tiene poco de casualidad y mucho de plagio.

Una Universidad que llegó al sur

El complejo que ocupa la Universidad Nacional del Sur en la Avenida Alem al 1200 data de 1951, cuando todavía era poco menos que una utopía su fundación. Fue diseñado para alojar aulas del Instituto Tecnológico del Sur –creado en 1948– y pasó a manos de la Universidad en 1956, año de su creación. De líneas neoclásicas, es una obra claramente inspirada en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, sede concursada en 1945 para ser materializada a pocos metros de Plaza Francia, en la Capital federal. El proyecto pertenece a los arquitectos Arturo Ochoa, Ismael Chiappori y Pedro Vinent, y la fachada de líneas neoclásicas generó polémica por estar asociada a la arquitectura fascista y nazi.

En esa época, 1950, en Avenida Paseo Colón 850, en el barrio de San Telmo, la Dirección General de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas de la Nación proyectó, con líneas similares, la sede de la Fundación Eva Perón. Luego de ser derrocado el presidente Juan Domingo Perón, en 1955, el edificio fue destinado a la Facultad de Ingeniería de la UBA, habilitado para ese uso diez años después. Más allá de la similitud entre los proyectos, es llamativo que los tres edificios tengan guardas idénticas en sus laterales.

El teatro y la opera de París

El Teatro Municipal bahiense, luego de dos años de construcción, fue inaugurado en 1913. De estilo neobarroco –el elegido por el historicismo para este tipo de salas– es uno de los muchos teatros del mundo inspirados en la Opera de París, diseñada por el arquitecto Charles Garnier en 1875. Guarda similitud incluso por haber colocado sobre la sala una cúpula ovoide, aplastada, típica del gusto barroco. Muchos teatros de América, por caso los de San Pablo (Brasil) y Santiago de Chile, guardan similitud con el de Bahía Blanca.

Un detalle para destacar de la obra local, diseñada por los arquitectos franceses Jacques Dunant y Gastón Mallet, es su particular entorno de plazoletas con altas palmeras y piso resuelto con piedra de la zona al estilo de las vistosas calzadas portuguesas.

Las torres y los lápices

En 1995 se inauguró, en el recién trazado Paseo de calle Cuyo, la plazoleta de los Lápices, según un diseño del arquitecto Horacio Miglierina. Se trata de seis placas de hormigón armado pintadas de distintos colores, en memoria de los seis estudiantes secundarios asesinados en septiembre de 1976 por el gobierno militar, luego de ser secuestrados por haber participado de marchas solicitando un boleto estudiantil gratuito. Una de las víctimas fue María Clara Ciocchini, de 17 años de edad, nacida en nuestra ciudad e hija del director del departamento de Humanidades de la UNS. La obra evoca a las torres ubicadas en la Ciudad Satélite de Méjico, obra del artista Mathías Goeritz y del arquitecto Luis Barragán, inauguradas en 1958. Con alturas variables entre 30 y 52 metros y pintadas de blanco, azul, amarillo y rojo, una de las primeras esculturas urbanas del planeta. Las placas bahienses tienen sus extremos cóncavos, simulando ser lápices de madera recortada o una boca con una expresión de dolor.

El ferrocarril, transcultural

Las obras desarrolladas por las empresas británicas en Bahía Blanca –a partir de 1883– conforman parte de la transculturación de la arquitectura ferroviaria que los ingleses desarrollaron en su país. Modelos idénticos a sus construcciones ladrilleras, de volúmenes simples, tejados de chapa o teja, chimeneas y aleros de hierro, vidrio o chapa. Más allá de esa similitud de los modelos locales con los que desarrollaron los ingleses en su país, existió, además, un parecido entre las propuestas locales, tal el caso de las primeras estaciones construidas en Tandil y Bahía Blanca, ambas en 1883. Ambas de paso –sus andenes paralelos a las vías–, la de Bahía Blanca fue modificada en 1911, para dar lugar a una ampliación en la que resignó su aspecto industrial para tomar un perfil historicista. La de Tandil conserva sus líneas originales, más allá de haber sido pintados sus ladrillos.

El remate posmoderno

En 1982 el arquitecto norteamericano Philip Johnson (1906-2005) pateó el tablero de manera definitiva y pegó el salto del movimiento moderno al posmoderno con el proyecto de su torre para la empresa de comunicaciones AT&T, en New York. Atrás habían quedado las cajas vidriadas, que alcanzaron su punto más alto con el Seagram Building de Manhattan, diseñado en conjunto con Mies van de Rohe. El remate del AT&T es un frontis triangular con un particular “bocado”, un semicírculo que lo interrumpe en su punto superior. Ese diseño se puede ver en un edificio de calle San Martín, a media cuadra de la plaza Rivadavia, donde el arquitecto Mauro Grippo repitió la particular forma como remate de un edificio con fachada vidriada destinado a oficinas.

Casa Guggenheim

Construido en 1989 en Bilbao, la sede del Museo Guggenheim diseñada por el arquitecto norteamericano Frank Gehry revolucionó a esa ciudad vasca, generando un efecto sin precedentes en el cual un edificio se convertía por sí solo en una extraordinaria atracción turística. La obra, deconstructivista, es un complejo juego de volúmenes revestidos en titanio, ajenos a la geografía del lugar, una explosión de formas y brillos que abrió, además, el camino a cientos de edificios de ese particular lenguaje en todo el mundo. No es simple replicar ninguna obra de Gehry. Sin embargo, en el barrio Palos Verdes de Bahía Blanca, un arquitecto rindió su admiración a esa obra y resolvió una vivienda familiar siguiendo en parte las complejas formas.


Home | Costos | Blog | Ediciones Anteriores