El sitio de la construcción del sur argentino

Agosto 2011 - Año XXI
Panorama Inmobiliario

Generación “alquiler”

U

n contundente artículo del “The New York Times” destaca la dificultad de los británicos para comprar su primera casa. En España, los jóvenes se “indignan” ante la caída de un modelo que convirtió en quimera el sueño del techo propio. En Argentina, en tanto, convertirse en dueño es una aspiración resignada ya por jóvenes de clase media.

Por ello cuando nos preguntamos por la casa propia: ¿Es un problema a nivel mundial? ¿Es la economía? ¿Son el crecimiento y las migraciones demográficas? ¿Surge a partir de nuevos imaginarios y estándares sociales y culturales?

A cada una de estas preguntas podría responderse en forma afirmativa, endil-gándole la responsabilidad de la cada vez más compleja accesibilidad a la vivienda propia. Estos efectos efectos no sólo se manifiestan en Argentina, sino que se trata en una realidad que se propaga de forma virulenta a nivel mundial, afectando a muchas sociedades, países y modelos que hasta hace muy poco eran tomados como ejemplo de admirable y vertiginosa inclusión masiva de propietarios de casas.


“Para un gran número de adultos jóvenes de Gran Bretaña, tener una casa se ha convertido en algo cada vez más difícil de lograr, considerado una meta distante alcanzable sólo más tarde en la vida, si es que se alcanza…”. Así comienza el artículo “Los britanicos ya no alcanzan la casa propia” que el “The New York Times” publicó recientemente.

Resulta evidente que esta realidad, reducida en el título a los británicos, es cada vez más común a ciudadanos de todo el mundo.

La creciente concentración urbana, el uso racional de la energía, un escenario social y cultural más hedonista y la asignación política de los recursos siempre escasos son tal vez el combo perfecto como para que esta nueva realidad de menos propietarios y más inquilinos se propague sistemáticamente a las grandes ciudades del globo.

Vale aclarar que ser propietario de una vivienda no garantiza calidad de vida para la persona o el grupo familiar que la habita, la cual puede obtenerse o incluso mejorar temporalmente accediendo a una vivienda mediante el alquiler de la misma. Pero, lo verdaderamente importante, estriba en los desequilibrios económicos y el riesgo social que implica para la comunidad en el futuro la dificultad de compra la vivienda propia para una porción cada vez más crecientes de individuos.

“Algunos economistas temen que, con más gente obligada a esperar para comprar una casa, la brecha de riqueza del país pueda ampliarse, poniendo en peligro las perspectivas de retiro para un grupo cada vez más numeroso de adultos jóvenes a los que llaman “La generación de alquiler” advertía en tal sentido la nota del periódico neoyorquino.

En España, el 65% de quienes tienen entre 25 y 29 años de edad viven aún en casa de sus padres. Un estudio realizado recientemente por el diario “El Mundo” de Madrid indica que desde 2008 quienes tienen entre 22 y 30 años han pasado de ser del 32% del total de la demanda a sólo el 12% en la actualidad en ese país.

Precisamente, una de las demandas más potentes esgrimidas por el movimiento de los jóvenes “indignados” es contra el modelo de crecimiento económico sustentado en el combo financiero-inmobiliario, al que atribuyen la responsabilidad de la dificultad actual de acceso a la vivienda y de la crisis de empleo en su país.

Con razón o sin ella, según quien y como se lo mire, lo cierto es que pasados los primeros tiempos de la caída del modelo de “financiamiento infinito” que sustentó la compra de casas en países como Gran Bretaña, España, Irlanda y Estados Unidos, comienza a advertirse la falta de compradores de casas como un problema con futuras consecuencias estructurales, no sólo en materia económica sino también social. Mientras tanto, en nuestro país, es una realidad que supera ya más de una década de vigencia.

Una de las razones del crecimiento de la barrera para la compra de la vivienda por los asalariados medios estriba en el rol alternativo que ha asumido la tenencia de una vivienda en propiedad que, excediendo su condición como bien de uso, vio fortalecida su condición como bien de cambio o atesoramiento de valor en mano de inversores. En este sentido, también resulta sumamente representativo lo que ilustra el siguiente párrafo del artículo que mencionábamos al inicio de este artículo:

  • “...Los precios en algunas ciudades grandes como Londres, han aumentado. La gente todavía sigue considerando una casa como una inversión más segura y mejor que un fondo de pensiones” según Andrew Hull, investigador del Insitote for Public Policy Research. “Tener casa propia está muy arraigado culturalmente” dijo, y agregó: “Ser propietario demuestra que una persona llegó”.

Como se ve, la dificultad creciente de acceso a la vivienda es un problema que aqueja a muchas latitudes y sociedades, con diferencias y contrastes pero, también, con muchas similitudes en los factores que la generan.

Hallar una verdadera fórmula para un financiamiento sustentable en el largo plazo parecería ser hoy por hoy la única salida.

Extraído de ReporteInmobiliario.com
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