El sitio de la construcción del sur argentino
Indice Revista
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- Plusvalías constructivas una forma de lograr ciudades modernas y equitativas
- Sistema Constructivo con Alma de poliuretano
- Vidrieras más atractivas, negocios más rentables
- La importancia del mantenimiento de ascensores
- Normativas municipales para el control de fachadas y balcones
- Para verte mejor: reflectividad en el camino
- Las catástrofes se ilustran con iconos
Noticias y Novedades
- Terrazas en las afueras
- Obras raras: los nilómetros
- La “más codiciada” de Suecia
- China y un puente invisible
- Seis finalistas para el Guggenheim Helsinki
- Cruce ideal (real)
- Cuando el arte se viste de Prada
- Calatrava y Disney
- Obras menores que visten bien
- Refugiados de mejor forma
- La Torre Eiffel cada vez más verde
- Nueva vida al Zoo
Las catástrofes se ilustran con iconos
A la hora de presentar una ciudad del mundo mediante una única imagen que permita reconocerla de manera rápida y precisa, las obras de arquitectura, los monumentos o las estatuas se convierten en portadores de esa identidad, símbolos únicos de un lugar.
La torre Eiffel es París, el Obelisco es Buenos Aires y el Empire State es New York. El Golden Gate es San Francisco, el Guggenheim es Bilbao y La Sagrada Familia es Barcelona. Son obras emblemáticas, que a partir de un conjunto de circunstancias se han convertido en postales de un lugar. Esa singular condición las posiciona, además, como una herramienta apropiada cuando se busca ubicar un acontecimiento en determinado lugar. Así lo han entendido también los hombres de cine, quienes recurren a esas construcciones a la hora de ubicar sus películas, tanto en escenas de amor como de guerra, en historias románticas como de terror. Pero, sobre todo, en los filmes de ciencia ficción o aquellos que representan grandes catástrofes, rubro en el que se han logrado efectos impactantes. El colapso de un gigante art déco como el Golden Gate Bridge; la Estatua de la Libertad norteamericana enterrada en una playa o el remate del Empire State emergiendo de una masa de hielo dan cuenta de sucesos imaginarios posibles –la caída de un meteorito, la llegada de extraterrestres, una guerra mundial– arrasando ciudades.
Las siguientes son algunas de esas historias, generadas a partir del cada día más tecnicista, informatizado y atractivo “séptimo arte”:
La estatua más sufrida
“La Liberté éclairant le monde” (La libertad iluminando el mundo). Así bautizaron los franceses a la escultura que ese país obsequió a los Estados Unidos en 1886, en adhesión a los cien años de su independencia. Emplazada en la isla de la Libertad, al sur de Manhattan, junto a la desembocadura del río Hudson, es obra del escultor Frédéric Bartholdi y se mantiene en pie frente a los fuertes vientos del lugar gracias a la estructura interna de hierro calculada por el ingeniero Gustav Eiffel, mientras un esqueleto secundario sostiene la piel de cobre que la recubre, construida en los talleres del “Gaget, Gauthier et Cie”.
La estatua representa a una mujer vestida con una estola y una corona con siete picos, que simbolizan los siete continentes y los siete mares. En su mano derecha lleva una antorcha y en la izquierda una tablilla que evoca la ley o el derecho.
De acuerdo a recuentos informales, esta “dama de bronce” ha sido derribada, atacada o dañada en al menos 25 películas, víctima de monstruos, tifones, tsunamis, meteoritos y otras pestes. Una de las primeras apariciones fuera de su isla pudo verse en El Planeta de los Simios (1968), donde, sobre el final de la película, sorprende enterrada en una playa los incrédulos ojos del protagonista de la historia, Charlton Heston, dando cuenta de que la época por la que camina no es el pasado sino el peor de los futuros. Una de sus últimas apariciones fue en NYC Tornado Terror y en Coverfield (ambas estrenadas en 2008), con la particularidad que en esas recreaciones su recubrimiento aparece arrancado de manera parcial –en la segunda pierde incluso su cabeza– lo cual permite tomar cuenta de su estructura interior y apreciar su escala. En Escape From New York (1981), la cabeza termina rodando por una avenida de esa ciudad, algo que pudo observarse –aunque por otras circunstancias– cuando fue exhibida en Francia, antes de ser embarcada rumbo a Manhattan, a fines del siglo XIX.
El Empire, partido y enterrado
En 1931 se inauguró el primer edificio de más de cien pisos, el encargado de arrebatarle a la torre Eiffel, luego de 42 años, el título de la estructura más alta jamás construida por el hombre, al alcanzar los 380 metros. El Empire State Building, tal su designación, se construyó en apenas un año, haciendo uso del hierro, como componente estructural, y del art déco, como lenguaje de diseño. Hasta hoy es un símbolo de Manhattan, uno de los edificios más reconocidos del planeta y, al decir de la Sociedad de Ingenieros Civiles de esa ciudad norteamericana, una de las siete maravillas del mundo moderno. Su uso por parte de cineastas data de apenas dos años después de su inauguración, cuando en 1933 lo trepó King Kong, el enorme gorila que permitió conocer en detalle el magnífico remate del rascacielos. Fue destruido por completo por un arma letal en “El Día de la Independencia” (1996), congelado en “El día después de mañana” (2004) y rescatado su observatorio del piso 86 a ras de un desparejo planeta en “Oblivion” (2013). En todos los casos su remate escalonado –propio del art déco– y su antena en la azotea resultaron elementos suficientes para identificarlo.
El Golden Gate, a las sacudidas
Ubicado en la ciudad norteamericana de San Francisco, el Golde Gate Bridge es uno de los puentes más reconocidos del mundo. Fue construido entre 1933 y 1937, a partir del uso de acero y funciona como puente colgante. Tiene una extensión de 2.737 metros, con dos torres que alcanzan los 227 metros de alto, un ancho de 27 metros (seis carriles) y un llamativo color naranja. Por su fama y características formales se ha convertido en motivo de colapso en decenas de filmes, entre ellos el recientemente estrenado sobre la Falla de San Andrés. Antes, desde los ‘50 del siglo XX, fue devorado por un pulpo gigante, empujado por un tiburón, derribado por una explosión atómica y hasta elevado por los aires por la fuerza de los mutantes de X-men. En el caso de este puente hay varias páginas escritas por estudiosos de ingeniería que dan cuenta de los severos errores que cometen quienes imaginan su hipotético colapso. Detalles que los directores y guionistas de cine atienden poco, entusiasmados más por la ficción que por la ciencia.
Las gemelas, la verdadera tragedia
Símbolo del poder económico norteamericano, las torres gemelas del World Trade Center fueron derribadas en 2001, luego de que un ataque terrorista que ni el más creativo de los creadores del cine jamás imaginó estrellara dos aviones de línea contra ellas. Mientras el mundo miraba incrédulo las imágenes en vivo del choque y el fuego interior, ambas torres se desplomaron en una implosión perfecta, modificando en pocos minutos la geografía de Manhattan. A casi 15 años de esos hechos, en el lugar se emplaza un Memorial, dos grandes piletones en coincidencia con el perímetro de los edificios, en recuerdo de los más de 3 mil fallecidos. A pocos metros, un nuevo rascacielos -“La torre de la Libertad”- fue levantado en su reemplazo, dando cuenta de cómo el mundo se recompone de sus tragedias, aún sabiendo que nunca volverá a ser el mismo.
Otras más, al borde
En distintas películas, series e incluso juegos de videos, también han sucumbido el puente del Milenio de Londres (Harry Potter), el Cristo de Río de Janeiro (2012), y la torre Eiffel de París. Posiblemente una Tercera Guerra Mundial generaría un escenario de estas características. En una cuarta, lo dijo Albert Einstein, tendríamos que volver a pelear con piedras y garrotes.