LOS ADOQUINES TAMBIÉN IMPORTAN
La defensa de los bienes patrimoniales viene adquiriendo cada vez más adeptos, sitios web, páginas especiales y asociaciones vecinales, intentando frenar el avance, a esta altura desmedido, de una construcción que arrasa con obras de alto valor patrimonial. Entre esas situaciones resultó singular la defensa iniciada por varios vecinos por el posible levantamiento de tres cuadras donde existe un antiguo empedrado, en el Bulevar Olleros, en Belgrano, Buenos Aires. Si bien los vecinos se manifestaron a favor de la ampliación de esa calle, se oponen de manera definitiva a la eliminación del empedrado, al que consideran parte del paisaje urbano de la ciudad.
Buenos Aires ha tenido diferentes tipos de pavimentos y veredas en su historia, siendo los más tradicionales el empedrado grueso y fino, y las baldosas vainilla y de pancitos.
Con relación al primero, son pocos los enclaves que aún conservan estos materiales y esta técnica que dieron una impronta de la ciudad del tango. Hoy se advierte cómo, desconociendo la historia y la opinión de los vecinos, se llama a repavimentar sitios emblemáticos que perderán de ese modo un elemento fundamental de la memoria colectiva.
“Lamentablemente son varios los casos, en este momento se están levantando adoquines, cordones de granito de gran valor estético y, asociado a ésto, en diferentes lugares el gobierno está, con fondos del erario público, cambiando las antiguas veredas de vainillas por unos baldosones cuadrados que estéticamente no tienen nada que ver con el tipo de solados públicos que existieron en la ciudad”, señala un especialista.
Todos estos cambios contribuyen a modificar el paisaje urbano de Buenos Aires en desmedro de su identidad y belleza. Los vecinos quieren preservarlo. Los turistas lo elogian. “¿Por qué cambiar aquello que está ligado a la identidad de los barrios y de nuestra ciudad?”, se preguntan, hartos de que se continúe atentando contra su identidad barrial.